Cuando un amor se va queda un hueco en el estómago. Ahí donde había mariposas hoy hay lombrices que escarban la tierra. Y las ilusiones perdidas se reúnen ahí donde cavaron las lombrices. Se va ella o él, se va el amor. Ya no está y el resto de los objetos de han quedado sin sentido. Y sin embargo creo que la silla lo ocupo un poco.
Ella se fue pero no se fue la piel, se quedó el espacio de la casa con un vacío. No se fue el cariño insuficiente para un olvido, de modo que el recuerdo prevalece conmigo.
Ahora entiendo que la ilusión fue liberadora, ignoro si entré o salí de un presidio aquí meditando, sentado en la banqueta.
El tiempo en pensarla lo ocupo hoy pensando en ella, y en retrospectiva hago el viaje de regreso a sus brazos. Un aeroplano que vuelve a su lugar de origen para empezar de nuevo.
No soy el mismo desde luego. Algo falta en el corazón que salta buscando. Intento recuperarme de ese abismo y veo el fondo de la nada como vi la calle sin darme cuenta. Quizá pido demasiado o soy exagerado, quizás sin razón o por la misma. Porque va más allá de mis fuerzas y mis necesidades existenciales.
Desde aquí desde donde ahora camino me resisto al viento y la pienso como la conocí o tal vez como no la vi nunca, como no le hablé nunca con su sonrisa en los labios rojos. Viéndome a los ojos. La pienso sin mi y me resisto a caer.
Cuando se fue me dolió como ahora duele, pero en su momento es un dato fuerte. Un espejismo, un desabrazo, un desgarro. Fue acaso un trancazo limpio donde duele. Me dolió por las calles donde solía pasar, luego donde puse un árbol y hoy es grande. Me dolió donde la vida se escondía de su vuelo de Paloma. No se dí alcance con el abrazo abstracto y expresivo de mis brazos. Estoy de espaldas y un dibujo desde la pared me dibuja. Suelo ser un espacio en la pared que inventa sus fantasmas.
Todo se quedó menos ella. Hasta el tiempo está en mis manos. Juego a los minutos a torcernos los dedos, juego al abrir y cerrar de ojos para ver si la veo. Pero ya no existo. Entonces no soy cierto y lo que toco no existe, lo que pasa lo piensa otro. Lo que digo sólo es recuerdo. Lo que soy es lo que invento. Soy el que está en ese tiempo sin tiempo sin ella.
Con claridad los objetos me rodean y me consumen, me absorben con los muebles de la habitación. Lloverá en esta parte del planeta. A pluma escribo al mundo furtivo, a ks pesadilla perseguida por una bestia, a todas las mentiras, a mis costillas, a las voces, a las imágenes. Con todo aquí creo en los fantasmas como en el mundo descomunal que me aterroriza.
Se fue ella, pero quien se va nunca se ha ido, lo fugitivo permanece. Se fue ella, más no la vida ni el miedo, no la luz oscura, ni se ha ido esta tarde atrapada en mis ojos.
HASTA PRONTO.
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA