QUERÉTARO.- La mujer era devota de la religión católica, por lo que comenzó a dar clases de ética y catecismo en el colegio Fray Luis de León, una escuela de frailes agustinos ubicada en el centro de la ciudad. Ahí se enamoró del padre Ramón, con quien supuestamente tuvo una relación amorosa.
Aunque esto nunca fue confirmado por la escuela, versiones confirmaban la relación, por lo que la Arquidiócesis de Querétaro tramitó el cambio del padre Ramón.
Desde entonces comenzaron los problemas en su matrimonio, además de que sus problemas psiquiátricos comenzaban a visibilizarse; decía que veía ángeles y demonios.
Tras el divorcio, “La Mijangos” se quedó con la custodia total de los niños.
ÁNGELES Y DEMONIOS
El trágico multihomicidio ocurrió un día 23 de abril.
Esta historia se escribió la noche del 23 de abril, pocas horas antes del 24. Claudia Mijangos llamó a una amiga para decirle que escuchaba y veía cosas: ángeles y demonios que le habían advertido que Mazatlán se “había caído” y que “todo Querétaro era un espíritu”.
Su amiga trató de tranquilizarla y que en la mañana siguiente pasaría a visitarla.
Verónica llegó al domicilio ubicado en la colonia Jardines de la Hacienda. Eran aproximadamente las 8:00 de la mañana del 24 de abril.
Al entrar, la mujer encontró en las paredes huellas de manos marcadas con sangre. En las escaleras encontró el cuerpo del hijo menor, Alfredito, de seis años, quien se encontraba muerto en un charco de sangre.
La amiga llamó al exesposo de Claudia y avisó a las autoridades.
Cuando llegaron los peritos encontraron también los cuerpos de Claudia, la hija mayor de 11 años, y el de María Belén, de nueve.
El cuerpo de María Belén se encontraba en su habitación con múltiples apuñaladas. Su madre dormía a un lado, llena de sangre y con un cuchillo en la mano.
“La Mijangos” fue trasladada a un hospital; se encontraba en estado de shock.
Años más tarde, con la suma de investigaciones y declaraciones, el padre Rigoberto, quien era director de la escuela en ese entonces, confirmó el romance que sostuvo el padre Ramón y Claudia Mijangos.
Claudia estaba perdidamente enamorada del padre, sin embargo, él la dejó, pues le pesaba la traición a los votos que había hecho cuando se ordenó sacerdote.
Claudia no lo soportó. Seguía buscándolo y fue cuando comenzó el trámite de su divorcio. Justo después de ese momento comenzó a decir que escuchaba voces, que eran ángeles que le decían que tenían que estar juntos. “Ella nunca perdió la esperanza de estar con el padre Ramón”, reconoció el padre Rigoberto.
Los especialistas adjudicaron la gravedad de su salud mental a la ruptura de esta relación.
Claudia siempre fue cariñosa con sus hijos, con la gente muy amable, pero unos meses antes mostraba actitudes extrañas, aunque nunca violentas, así la describen sus amistades.
La noche del 23 de abril, Alfredo había llevado a sus hijos a una kermés del colegio y posteriormente llevó a los niños a la casa de Claudia, donde tuvieron una discusión muy fuerte, supuestamente por el romance extramarital que ella sostenía. Alfredo se retiró.
El 24 de abril, la casa se encontraba bañada de sangre: las escaleras, las recamaras y el baño. Peritos confirmaron que eran, por lo menos, 10 litros de sangre los que se encontraban regados.
En la esquina de la recámara, sobre un sillón, había dos cuchillos de cocina, uno de 40 centímetros y el otro de 33 centímetros, ambos con cachas de madera en color café, limpios. Un tercer cuchillo de 31 centímetros se halló en la recámara de las hermanitas Claudia María y Ana Belén, caído sobre la alfombra y lleno de sangre.
Ese día, cuando Mijangos despertó en el hospital, no recordaba nada de lo ocurrido.
En el interrogatorio, la mujer se mostraba angustiada, decía que tenía que ir a recoger a sus hijos al colegio. Los estudios confirmaron que Claudia Mijangos se encontraba en medio de un episodio psicótico al momento de matar a sus hijos.
LA SENTENCIA
El juez sentenció a “La Mijangos” a 30 años de cárcel, mismos que se cumplieron en 2019.
Claudia enfrentó su proceso penal en el penal de Querétaro para posteriormente ser recluida en el anexo psiquiátrico del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan, al sur de la Ciudad de México.
La sentencia fue la más alta que se pudo dictar en este tipo de casos. A sus 64 años, Claudia quedó libre.
Claudia Mijangos quedará con constante medicación, revisión y vigilancia, debido a su deteriorado estado de salud mental.
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021