¿Puede el poder o su búsqueda llevar a los políticos al desvarío? El actual proceso electoral nos ofrece una respuesta clara, aunque no tan sorprendente: candidatos, dirigentes o tristes aspirantes que en su momento pudieran haber mostrado indicios de buena salud neuronal, de un momento a otro abrazan el delirio.
Acaso el ejemplo más claro sea el de Maki Ortiz y su hijo Carlos Ortiz Peña, que se preparan para extender por otros seis años su presidencia familiar en el municipio más importante -en términos electorales, económicos y de población- de Tamaulipas. Sin el menor empacho, en el país que hizo un mantra de la no reelección, una familia aspira a gobernar una ciudad por 12 años.
Todo ello, mientras la líder del clan apuntala su estrategia rumbo al 2022, donde según sus cálculos, tendría la puerta abierta para ser la candidata de Morena a la gubernatura del estado.
No deben estar tan erradas sus proyecciones, si se considera que de las seis gubernaturas que se disputarán el año que entra, los partidos deben postular por lo menos a tres mujeres.
Es la misma razón por la que Maki no piensa renunciar al PAN: en su delirio, ella cree que no es tan remota la posibilidad de que ese partido en el que ha militado por más de dos décadas, al final también necesite una candidata en Tamaulipas.
Y, para ser sinceros, la verdad es que la coyuntura política que vive el estado, permite creer en esa y muchas otras opciones.
En todo caso, el salto mortal del PAN a Morena del clan Peña Ortiz parece lo de menos en un escenario como el actual: en el que el chapulineo masivo de candidatos ha contribuido a pulverizar lo poco que quedaba de congruencia ideológica entre los partidos políticos.
La verdadera insensatez del plan de Maki radica en su intención de heredar la alcaldía, y que la dirigencia nacional de Morena se sume a una idea tan triste como equivocada: que en Reynosa no exista mejor aspirante para la presidencia municipal que el hijo de la edil, un gris presidente del DIF, al que por lo demás, no se le conocen mayores méritos que una inusual habilidad para hacerse de propiedades millonarias durante la adolescencia.
La apuesta de Maki Ortiz y Morena no es la única que deba apuntarse en la lista de los delirios políticos.
En las últimas semanas, en Tamaulipas hemos asistido a un espectáculo inédito -grotesco, pero entretenido hay que decirlo- de traiciones y chapulineos.
A la ya habitual desbandada de priístas hacia Morena y el PAN, este año se sumó la de panistas hacia Morena, y la de decenas de aspirantes a políticos que han sido reclutados por los partidos menores, que con muchos problemas podrán completar sus listas de candidatos.
El resultado es un mosaico de candidatos que pedirán el voto por partidos a los que antes defenestraron (“¿Se acuerda de todo lo malo que le decía de ese partido?, olvídelo porque el mío era peor”).
Con el añadido de que en muchos casos esos que brincaron seducidos por la posibilidad de ganar, eran los buenos, o por lo menos los más populares.
Entonces los que se quedaron en sus partidos, pobrecitos, difícilmente podrán ofrecer resultados dignos a los pocos militantes que aún hoy los defienden desde sus trincheras. ¿Cómo explicar la alianza, formal en algunos estados, de facto en otros, que signaron el PRI y el PAN, que hasta hace no mucho tiempo encarnaban el antagonismo político más importante del país?
¿Y los panistas que brincan a Morena como si no fueran -por lo menos en lo estatutos de sus partidos- el agua y el aceite?
Triste panorama para una democracia adolescente que parece avanzar sin remedio al final de los institutos políticos como los conocíamos.
En su lugar se erige la nueva máxima favorita de los chapulines: “no son los partidos, sino las personas”.
Eso no sería necesariamente malo si no fuera porque muchas de esas “personas” no han demostrado el mínimo grado de congruencia y lealtad a principio democrático alguno.
Por no hablar de capacidad política, legislativa o de gobierno.
Qué hacer pensar, por ejemplo, a Jaime Turrubiates que puede volver a ser alcalde de Madero. Más allá: qué lo hace pensar que sería un buen presidente municipal de esa ciudad, cuando su primer administración transcurrió con más pena que gloria.
Mismo caso de Mónica González García, ex funcionaria egidista devenida en panista, que de algún lado sacó que puede dar la batalla para arrebatarle una curul federal a Morena. En Victoria sobresale la figura de Gustavo Cárdenas, precursor en la práctica de brincar de partido, y dueño desde hace años de la franquicia de Movimiento Ciudadano en el estado.
Es un caso clínico en el que se mezclan los delirios de grandeza y su gusto por el dinero público, para hacerle creer que una vez más debe aparecer en las boletas. Y un claro ejemplo de trastorno colectivo que impide ver a cualquiera de los jóvenes que integran ese partido, la locura que significa tener una vez más a su líder como candidato para cualquier cosa.
Difícil saber a qué le tiran por ejemplo las decenas de militantes y simpatizantes de Morena que se registraron en busca de una candidatura que no les van a dar, porque antes que ellos están los palomeados desde la cúpula del partido.
El caso de Carlos Peña Ortiz es el más claro, pero en los próximos días veremos a decenas de incautos decepcionados por todo el estado. Sólo ellos saben qué impulso los llevó a confiar (otra vez) en que su partido político respete las reglas del juego y por ende, el trabajo de sus más fieles militantes.
En Morena, igual que en el PAN, el PRI y el resto de los partidos, la búsqueda por el poder está por encima de todo, incluso de la cordura.
Incertidumbre en Morena
Aunque ya hay algunas candidaturas definidas, la división que priva al interior de Morena ha provocado que el delegado del CEN, Ernesto Palacios Cordero, prefiera llevar hasta el límite de tiempo, la publicación de quienes aparecerán en las boletas.
De cualquier manera, el desgaste ya parece inevitable en algunos municipios como Victoria, Reynosa, Mante o hasta Tampico, donde una operación cicatriz ya parece imposible.
Los informes del Gobernador
Hoy al mediodía, el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca emitirá en Matamoros un mensaje por su quinto Informe de Gobierno, que el fin de semana replicará en Reynosa. Antes, ya se dirigió a representantes de la sociedad civil en Tampico, Nuevo Laredo y por supuesto Victoria.
La gira le ha servido para reiterar su defensa contra lo que ha calificado como una embestida política desde la Federación.