TAMAULIPAS.- Buscaba algo que olvidé cuando decidí seguir buscando. El que busca encuentra, dice el refranero. Pues en mi cerebro busqué la cosa que buscaba y no la hallé. Decidí buscar a ciegas.
Lo que hayase debía ser bueno como todo lo encontrado y aún sirve. Baste limpiarlo y ponerlo en un sitio donde se vea lindo o usarlo hasta que de veras no sirva y para entonces quizá quiera guardarlo como una reliquia en un museo con su nombre, la fecha y el sitio donde lo encontré. Pudiera ser.
Dicen que la vida es una búsqueda y estoy de acuerdo ahora. Yo he buscado lo que he perdido y a veces lo único que se pierde es tiempo. Encontré un reloj de un pulsera en un cajón viejisimo de madera apolillada, nadie lo había encontrado por años.
Y también lo extravié en el tiempo sin tiempo donde están todos los objetos perdidos y olvidados. Busqué en el cuarto, durante el clásico me metí abajo de la cama.
Tampoco hallé nada. Nada más polvo acumulado que si lo juntas se dispersa, en cambio él, el polvo, con tierra se junta solo. Ya había visto el cuarto y lo conocía desde que era un vacío. Yo había metido lo que había en existencia. De modo que no había nada que no supiera.
Me talle las lagañas como piedras y decidí salir al buscar a la calle. Ya en serio. Me puse la corbata imaginaria que perdí luego de mi paso por la burbuja de la burocracia y luego la deseché por falsa e imaginaria.
Salí en mangas de camisa como quien acude al jale de pico y pala. Escarbaria la tierra de ser necesario con tal de encontrar algo, un hallazgo nunca visto o no bien ponderado, lo que fuere. Cuando vi algo novedoso resultó haber sido descubierto ya por otro que ni siquiera hubo buscado. Ignoro lo primero que encontré, pero supongo lo deshice como el viento.
De pronto ya no había nada, ni el recuerdo. Tal vez empecé a buscar de muy niño o antes del vientre. Desde entonces sin memoria vago por el mundo buscando sin hallar lo que no busco y encontrando lo que nadie busca.
Hay sitios para buscar entre el motín de gente, durante una clase de filosofía o en una fiesta. Y lo que ves fue descubierto antes y así seguirá sin ser ocasión de búsqueda, ignorado por los parroquianos del barrio.
Seguí buscando a pesar del paso de los años, con mi experiencia de gambucino de lo inhallable. Las cosas ahí están, el chiste es verlas, me repetía constantemente.
Abría bien los ojos hasta casi cegarlos con la luz, sin resultados objetivos, nada más los ojos de compasión de los demás que fustigaban mi esfuerzo y mi loca manera de ser.
Por desmemoriado busqué en dónde ya había buscado y recordé otros objetos perdidos que no me interesaron. Buscaba acaso esa rosa en el mar que dice la canción es más fácil encontrar, ya la hubiera encontrado.
Busqué en la superficie y en lo profundo de mi recuerdo, en lo abrupto del alma solitaria. Busqué una respuesta, alguna palabra, un hay de dolor, un frío presentimiento, más no era lo buscado.
Crucé a nado el río Bravo por lo más difícil, hallé un hueco del estómago, ni un dólar para cambiar mi suerte y mi ciudad.
Volví a dormir donde mismo sobre mi frío cuerpo y soñé en el delirio mis deseos perdidos en el hambre de otros sueños. Al final del pueblo, en la última casa me senté a descansar el cuerpo. Ví mis manos buscadoras por primera vez en muchos años, tenté mi cabeza llana y seca, aquí estaba y yo era lo único que había.
Me quise ver al espejo que reflejaba un vidrio pero tampoco había nada. Ya me había ido. Quizás porque para hallar primero hay que perder o perderse. He llegado hasta aquí a rastras, pues de lejos dibujé yo mismo este lejano y borroso paisaje.
Pienso en un dibujo extraordinario y busco parecido en mi rostro como para encontrarme. Pinto el mundo mismo y lo subrayo, pregunto a la concurrencia si lo quiere, se lo vendo. Y miento: “llévelo señito, es un dibujo abstracto, acabo de pintarlo.
“Sí, se parece a usted con el pelo revuelto”,; y entre rayas y borrones espontáneos volví a dibujar a ese ser que no soy, sino buenos deseos de amigos espontáneos.
Seguiré buscando, y tal vez cuando me encuentre me quede tiempo libre para seguir buscandome.
HASTA PRONTO.
CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021




