10 diciembre, 2025

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El Tuco y la salsa de fideo

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

La palabra “Tuco” nombra a la salsa que se le pone al fideo, según Wikipedia. Para los coterraneos, “Tuco” designa al personaje que se desenvuelve en el ámbito periodístico sin ser periodista, considerando el grueso de personas que trabajan desde un medio de comunicación difundiendo noticias o atendiendo uno de sus géneros.
Hay en esto opiniones encontradas. Pues una vez en el medio el Tuco cumple funciones que tienen raíz en el periodismo, como podría ser el “corre ve y dile” o el simple chisme en el enjuague político. Los Tucos Son grandes analistas de café aunque no escriben y cobran como si lo hicieran.
Y eso que- en mi personal punto de vista- periodista es aquel cuya funcion gira en torno de la noticia.
Entre el profano protagonista de la nota y el lector hay periodistas, desde quien dirige la orquesta de fuentes de noticias, el reportero y fotógrafo, el que edita de acuerdo a una política, el operador de la máquinaque tira, el voceador que la grita y quien la hace viral en las redes sociales. Todos son periodistas. Trabajan para un mismo fin que es el de informar formalmente. Hoy en día el periodismo diversificado acoge otros géneros tanto físicos como digitales. El uso de videos y portales formó nuevos géneros. No se digan las redes sociales.
El periodismo, que debiera ser un género literario, en ocasiones no lo es dada lo furtiva que es hoy en día la noticia aunque no es pretexto, pues una sola fotografía dramática o de comedia citadina basta para cumplir con el arte en todo su esplendor, gracias a los excelentes reporteros gráficos. Incluso hay arte en una sencilla nota cotidiana escrita sin grandes pretensiones.
Aquí sí, sin embargo, el Tuco ha sobrevivido milagrosamente no obstante la amplia competencia. Aún se pasea en corrillos políticos y atina en aquellos donde los actores son sus creadores, que los necesitan a sabiendas que ambos crean productos desechables.
Los Tucos complacen a comenzales con el último chisme, el agregado cultural, sino es que el dato irrefutable del momento. Cuando termina la charla todo ha sido un engaño, pero fue divertido.
Cumple el Tuco con el requisito inviolable y definitivo para hacerse de recursos. Sabe el punto exacto, la hora, el gesto, y la mirada que se precisa para pedir un varo. El político los halaga más que a los periodistas a quienes teme por sus preguntas incómodas. El Tuco en cambio abraza la existencia de ambos.
Un Tuco no tiene como aspiración ser periodista, su logro es ser un buen Tuco y eso no cualquiera, pues hay por ahí quienes los emulan sin resultados. A su pesar quizás algunos de ellos se vuelven periodistas y muy buenos, en detrimento del Tuco que deja de verlos como a sus iguales.
De modo sorprendente algunos periodistas se pasan a la fila de los Tucos, y se dejan llevar por la corriente risueña de quienes tienen la fuerza y el poder para escribir y no lo hacen.
Mientras el periodismo tiende a formar opinión, el Tuco crea un ambiente que no necesariamente cubre los requisitos de una nota informativa, a veces falta conocer el origen del entuerto, que el Tuco no
dice porque a la vez protege su fuente de ingresos. O faltan todas las respuestas, pues es un original “borrego” creado para salvar cualquier tarde.
Visto de lejos y de cerca, usted o yo podríamos confundirnos por el gafete de prensa, y en ralas ocasiones adentro de un evento quedan los Tucos y afuera los periodistas que no alcanzaron gafete.
En un dejo de envidia de la buena y de la mala, para ser Tuco hay que tener talento y carisma. Si se tratase de dinero hay Tucos que ganan más que quienes se la rajan en la calle o en las esperas infinitas, que incluso se pierden en las respuestas evasivas de los funcionarios o de la gente, pero eso a los Tucos no les importa mucho. Ellos viven su suerte…y no es fácil. HASTA PRONTO.

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

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