Desde noviembre, cuando recién se supo que el senador Américo Villarreal Anaya sería delegado de Morena en Sinaloa para estar al pendiente del proceso de selección del candidato a la gubernatura, se dio por hecho que el hijo del ex gobernador tendría una encomienda importante para el futuro.
Recuerdo un día de noviembre charlando de esto con uno de sus seguidores, quien convencido del futuro que se abría ante el victorense, me aseguró que ése era el barco correcto para que la autollamada 4T llegara por fin a buen puerto en Tamaulipas. “Es el bueno, vas a ver”, auguró mientras reconocía que él, junto con un grupo de tamaulipecos empezaba a apuntarse para trabajar en torno suyo.
Parecía como si desde entonces hubieran tenido una hoja de ruta, porque la travesía hasta ahora ha sido cómoda para Villarreal.
Aunque el senador estuvo esos meses operando políticamente al otro lado del país, sacando adelante un encargo de su partido en una elección importante para el Presidente, siguió trabajando en el Senado, pues no se sabe que haya pedido licencia para separarse del cargo.
Lejos de Tamaulipas físicamente, Villarreal se mantuvo al pendiente y apenas se calmó la polvareda de la sacudida política que quitó al PAN la mayoría en el Congreso local, el médico dijo que está listo para atender cualquier invitación que le haga Morena, el partido del Presidente, para ser el candidato a la gubernatura en 2022.
Apartado de las grillas locales y del activismo tempranero de algunos aspirantes a la nominación, Villarreal se enfocó en cumplir el compromiso político de Morena y ahora parece estar preparando la siguiente etapa de su proyecto: la candidatura y después, el gobierno estatal.
“Es un buen hombre, preparado, sencillo, educado, con ganas de hacer bien las cosas y trascender, como su padre”, me dijo uno de los ciudadanos que trabaja ya en su proyecto.
Quienes lo apoyan en su intención sostienen que Villarreal es el único con la capacidad de lograr la candidatura y que en este momento, no hay otro personaje político con el perfil y las posibilidades de ganar la elección el próximo año.
Faltan por lo menos 6 meses para que Morena designe a quien será su candidato a la gubernatura de Tamaulipas y de aquí a entonces pueden pasar muchas cosas, inclusive que desde la dirigencia nacional decidan dar la nominación a una mujer, atendiendo los criterios de la paridad de género que han establecido las autoridades electorales del país.
Si hoy fueran las elecciones para renovar la gubernatura, sin duda Morena tendría enormes posibilidades de ganarla.
Y en el grupo de aspirantes, Villarreal tendría muchas probabilidades.
Pero falta tiempo y quizá los obstáculos más fuertes para el senador y para los demás que quieren la candidatura -aún en silencio-, van a ser ponerse de acuerdo, ceder si alguno no es el favorecido y trabajar para que Morena concrete su plan.
Dejemos por ahora el hecho de que desde este momento, en el partido del Presidente estén subestimando la capacidad de recuperación del PAN y una eventual alianza opositora, porque ese es otro tema del que ya hablaremos.
Por lo pronto, quienes creen y trabajan ya en el proyecto del senador, afirman que tiene todo para ser el candidato y hasta el próximo gobernador: preparación académica, buena imagen personal, va aprendiendo a hacer política y además, está muy cercano a los afectos personales del Presidente López Obrador.
También, como no queriendo, recuerdan un denominador común de estas elecciones: Del Senado salieron varios candidatos a las gubernaturas disputadas el 6 de junio.
Eso, dicen, les da una pista y un aliciente. Ya veremos si les resulta acertada esa previsión o si el barco al que algunos ya se subieron, naufraga en ese mar caprichoso que es la política.
Por Tomás Briones