Tras los resultados del 6 de junio, los morenistas viven una especie de euforia que, entre otras cosas, desató las ansias por LA candidatura del año entrante, la única que estará en juego.
Y cómo no, hace dos semanas amanecieron con resultados que ni los más optimistas se atrevían a pronosticar.
Obtuvieron las alcaldías más importantes, se quedaron solo con las ganas de arrebatarle Tampico al PAN, pero como si eso fuera poco, y acaso ahí radicó la mayor sorpresa, se convirtieron en la primera fuerza al interior del Congreso del estado para la próxima legislatura.
Los detalles de cuantas curules tendrán, que no es un tema menor, se definirán durante los próximos días cuando empiece dirimirse la cascada de impugnaciones que interpusieron casi todos los partidos.
Pero como sea, Morena tendrá en su poder un poderoso aparato legislativo para maniobrar e imponer su agenda, ni más ni menos que unos meses antes de la elección de junio del 2022.
a Por eso, claro está, la candidatura morenista a la gubernatura de Tamaulipas se ha vuelto cada vez más preciada.
Y por eso la pasarela de aspirantes, las reuniones privadas que se hacen públicas, la presencia en las redes, se multiplican para atraer los reflectores.
Los últimos acontecimientos y las señales que ocasionalmente se mandan desde Palacio Nacional, hacen pensar en dos aspirantes como finalistas en esa carrera, un victorense y un tampiqueño.
Por la capital, y acaso como el más aventajado, aparece el senador Américo Villarreal, quien entregó buenas cuentas en su papel de delegado en Sinaloa.
Y por Tampico se mantiene en la brega Rodolfo González Valderrama, director de RTC, quien sigue tejiendo alianzas para llegar a finales de este año con el respaldo de algunos de los liderazgos, por no decir tribus, que abundan en Morena.
Aunque ellos dos parecen los de más peso, nadie debería descartar a otros cuadros como el alcalde de Madero Adrián Oseguera, o hasta la alcaldesa electa de Nuevo Laredo, Carmen Lilia Canturosas.
Ahora bien, la historia política de Tamaulipas está llena de ejemplos de cómo un proyecto político puede ir del cielo al suelo en unos cuantos meses, de cómo las aspiraciones de un partido pueden desplomarse de una elección a otra.
Las mentes más sensatas al interior del morenismo deben estar bien conscientes de eso, y andar con pies de plomo de aquí a que termine el año, cuando según la ruta crítica marcada desde la Ciudad de México, deberá estarse definiendo la candidatura para la gubernatura de Tamaulipas.
La cancelación del encuentro que iban a sostener el fin de semana y que les serviría para mandar un mensaje de unidad de cara al proceso interno más importante de su joven existencia, fue una muestra clara de que Morena no puede dar por sentado el triunfo en el 2022.
Al partido, ya se sabe, le falta estructura y un mando que trace el camino a seguir los próximos seis meses.
Ni duda cabe de que al final de cuentas, el presidente López Obrador va a decidir quién competirá por Tamaulipas, pero la cuarta transformación y sus representantes ya dieron probadas muestras de que
la selección de un candidato puede transformarse para ellos en un calvario.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES




