Mientras aquí sucede otra loca carrera política, donde más de diez prospectos andan saliendo ya en falso, muy acelerados, planeando estrategias para la guerra electoral que viene, a nivel mundial se desarrolla otra justa, más competitiva y sana, una que además de impulsar a grandes figuras del deporte fomenta la practica amateur y sirve para exponer lo mejor de nuestra humanidad, en una atípica época. La crisis por la emergencia sanitaria del Covid19 aplazó las Olimpiadas del 2020, que suceden un año después, con mucha disciplina deportiva, pero también higiénica y de los protocolos que demanda la nueva normalidad. Y en este contexto, las mujeres están robando cámara, son sujetas de más reportajes y narrativas deportivas y tiene el foco puesto sobre sus hombros y están a la altura, muchas muy feministas, destacando en sus ejercicios, son también ya referentes de historia por sus posturas sociales.
Esta justa deportiva es la más feminista de la historia. Con un 48 por ciento de participación femenina, casi se alcanza la paridad. Y lo mejor lo están dejando fuera de la cancha. Porque si lo importante es competir, no ganar, ellas ya son ganadoras porque inspiran a más niñas y mujeres a empoderarse desde su ser y no de las exigencias arcaicas del sistema patriarcal.
Aunque las olimpiadas siguen teniendo una fuerte carga machista, tanto en las competencias como en las transmisiones de cada disciplina, se denota que hay ya más participación de mujeres al micrófono y en la pluma, para rescatar las expresiones que deben tener resonancia mundial.
Quizás la primera de estas notas con enfoque de género se la llevaron las deportivas noruegas que se negaron a salir a la cancha en bikini, y portaron shorts como los varones en la misma competencia. Fueron multadas y la cantante Pink ofreció pagar la multa y posteo un mensaje que rápidamente se hizo viral “Estoy muy orgullosa del equipo femenino de balonmano de playa de Noruega por protestar sobre las reglas sexistas sobre su “uniforme”, bien por Ustedes.”
Otra acción importante que visibiliza la fuerza de las feministas de estas olimpiadas es la actuación de las gimnastas que decidieron salir a la cancha de la gimnasia rítmica sin maquillaje a granel, como era la costumbre, sin más brillo que el talento deportivo que las ha colocado ahí, como las mejores mujeres del mundo.
En este tenor, la atleta estadounidense Simone Biles, se sintió vulnerable y decidió abandonar las competencias, pero dejo un gran mensaje “tengo que concentrarme en mi salud mental” no tuvo ninguna lesión física, sintió mucha presión mediática y viral y fue muy honesta al señalar que “Tenemos que proteger nuestras mentes y nuestros cuerpos y no solo salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos”. Y, sin embargo, no se ausentó de la cancha, se mantuvo a lado de sus compañeras para animarlas e infundirles la confianza, que para sí misma no tenía. Sororidad olímpica.
En contra parte, fuertes críticas de la prensa feminista se han ganado algunos hombres, los colados, que han seguido a sus parejas olímpicas y en plena transmisión de entrevistas o a punto de salir a la competencia, buscan invisibilizarlas con propuestas de matrimonio en proyección mundial, lo que les afecta en la concentración y roba el momento estelar deportivo, por romantizar su instante, el de ellos.
Conviene saber que, para México, la primera medalla de bronce de esta temporada se obtuvo en Tiro con Arco, por parte de Alejandra Valencia y Luis Álvarez, la segunda cayó en clavados sincronizados, por Alejandra Orozco y Gabriela Agúndez. Aún faltan más competencias, hasta el momento ya se tiene 4 medallas, tres obtenidas por las mujeres.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE