El Presidente de México busca solidaridad internacional para el pueblo cubano. Incluye respetuosa solicitud a Joe Biden para que su gobierno separe lo humano de lo político y aminore las restricciones que tienen a los isleños al borde de una tragedia que podría ser mayor al genocidio provocado por el nazismo. AMLO dice que es hora de la reconciliación. Sea que es tiempo de dejar atrás odios y la discriminación de que han sido víctimas, incluso las nuevas generaciones que registran ya solo como un hecho histórico la Revolución que marcara su futuro, que convertido ya en presente, es auténtica pesadilla de sobrevivencia.
Las carencias en Cuba son inocultables aunque lógicas, en un país bloqueado por el imperialismo casi sesenta años y abandonado a su suerte por potencias que prometieron ayuda, asistencia y cooperación en todos los sentidos, pero ya vemos que no sucedió. La antigua URSS prefirió acomodar sus intereses a la sombra capitalista aprovechando la crisis derivada de la amenaza que significó para EU la instalación de cohetes con carga nuclear, a cien millas de su territorio, a principios de los sesentas del siglo anterior.
La URSS no sirvió al interés socialista de la isla, aunque su incursión sirvió como pretexto para establecer condiciones que le abrieron las puertas al mundo capitalista en gran escala. Por ello no extraña que en la Rusia de ahora se multiplique la propiedad y la riqueza individual en forma escandalosa. Ante ello Cuba se inclinó por China que tampoco respondió como debiera, inmersa como se encuentra, en solucionar su primicia alimentaria cuya urgencia ya vemos, ha llevado a la humanidad a padecer severos riesgos sanitarios. Uno de ellos es el tristemente célebre Covid-19.
El asunto es que los cubanos carecen de medicinas, alimentos y otros productos, por lo que se requiere la colaboración mundial. No basta, como dice AMLO, que el 90 por ciento de los países afiliados a la ONU voten contra el bloqueo gringo cuando lo importante es que la solidaridad se concrete en aportación de lo necesario.
El autor de esta columneja ha visitado la isla, especialmente la Habana, y cada vez he regresado convencido de que los cubanos son heroicos por su resistencia más allá de lo posible. Cuba es mucho más que la música y alegría de los grupos que inundan los negocios de la calle Obispo, tampoco es “el mojito” de “La Bodeguita del Medio”, cuyo local, fuera de firmas y fotos de personajes célebres, no se diferencia de cualquier pulquería defeña de barrio bajo. Insalubre y hasta con personal soberbio que dista del interés oficial de acumular divisas extranjeras. Porque allí, a “la Bodeguita” solo el turismo tiene acceso, gracias a la fama de una bebida fuerte, a base de ron que no tiene más chiste que la novedad, y por supuesto el gusto de quienes tienen acostumbrada su garganta e hígado.
Cuba no es solo “el mojito” digo, tampoco el daiquiri de “La Floridita” bebida que dicen, fue inventado por Ernest Hemingway, el famoso escritor que pasara largas horas en el lugar, (ahí existe un busto acomodado en su rincón favorito). Ernest quien lejos de pensar en suicidarse, viviera en el centro de la capital cubana por años, justo en el hotel “Las Dos Naciones” cuya habitación fue convertida en museo, al igual que la quinta que adquiriera después, obligado por su mujer Mary Welsh cansada de la incomodidad de un pequeño cuarto.
Cuba tampoco es el “Van-Van” que ha hecho de la salsa todo un himno adoptado por el caribe y buena parte del mundo-mundial, con todo, el que escribe extraña a su creador Juan Formell,
a Jeni Valdés y “Mayito” Rivera, vocalistas cuyas tremendas interpretaciones “envivo”, hacían entrar en estado de gracia a los presentes, sobre todo “Mayito” que unía la santería tradicional con los ancestrales ritmos africanos, bajo el mando del todo poderoso Olodumare.
Escuchar “Soy todo” o “Somos cubanos”, es transportarse a las danzas creadas como alivio al esclavismo sufrido por quienes durante la colonia fueron trasladados desde “el continente negro”, el baile para ellos, una especie de conexión con Dios. ¿Y qué tal Celia Cruz en sus interpretaciones primeras con la Sonora Matancera?, Oír en su voz “El Esclavo” te deja anonadado, “estupefacto y poli-contundido”.
A propo, qué pena con Pablo Milanés quien en lugar de convocar a una cruzada contra el bloqueo del imperio, ataca al régimen con tal saña, como si su fama y riqueza no fueran producto de la proyección otorgada en gran parte por el gobierno fidelista. Milanés, que radica en España después de hacerlo en Cancún, fue símbolo de quienes creyeron en la nueva concepción del romanticismo revolucionario, sea la trova que ve y siente el amor como el sentimiento que nace y crece desde la fraternidad colectiva y el compañerismo solidario en una sociedad con valores irrenunciables. Ahora influido por el capitalismo, Pablo está convertido en vulgar cómplice de los genocidas que atentan contra la sobrevivencia de toda una nación. Que diferencia con Silvio Rodríguez que sigue siendo fiel a los anhelos de sus compatriotas.
FALTA LO ESENCIAL
Las hazañas guerrilleras del Ché, Fidel, Raúl o Camilo son parte de una historia de dignidad y valentía de todos los que participaron en la segunda liberación de su patria, pero hay que entender y aceptar que los ideales solo se han cumplido en parte, pero falta quizá lo más importante. Y es que con todo el respeto que merece una transformación de tal magnitud, es necesario equilibrar lo económico con lo político…los discursos son buenos, alimentan el espíritu pero no al organismo, fortalecen el alma pero debilitan al cuerpo.
En la Plaza de la Revolución miles pueden escuchar durante horas la palabrería alentadora y doctrinaria. Y es bueno porque la conciencia crece y la formación del nuevo ciudadano es real y patriótica, sin embargo no es suficiente para las generaciones que mantienen expectativas no diferentes del anhelo original de libertad e independencia, pero similares a las que procuran jóvenes de otras latitudes que por razones naturales y biológicas toman en sus manos el destino del planeta.
Y es que la humanidad cabe en un solo sentimiento, es decir, en la solidaridad que no puede ser negada cuando está en riesgo la vida de millones de seres. Es lo que sucede en Cuba, ¿cómo es posible que el imperialismo niegue el acceso a medicinas, alimentos, como también a toda la tecnología necesaria a su desarrollo?. Es un acto de genocidio condenable en todos los aspectos, además de significar una contradicción en gobiernos que por “evolucionados” se declaran ardientes defensores de los derechos humanos. Por ello y otras razones, importa el apoyo brindado por México a Cuba, al margen del simbolismo que haya sido este 26 de julio, (aniversario del asalto al cuartel Moncada encabezado por Fidel Castro), cuando dos buques de la Armada Nacional partieron de Veracruz con alimentos, material sanitario, incluso combustible y otros productos necesarios para sobrellevar parte de la crisis isleña.
SUCEDE QUE
Américo Villarreal Anaya convocó el lunes anterior a una reunión “a cielo abierto” a la
hora en que el termómetro marcaba 40 grados con sensación de 43, quesque “pa’ promover el juicio a los ex presidentes”. Algunos asistieron porque importaba los viera el senador. El evento fracasó debido a que AVA tiene entre el equipo organizador a sus propios enemigos. Y ni modo que sea invento.
Y hasta la próxima.
POR MAX ÁVILA