¿Es Usted una persona trabajólica? Este término lo leí por vez primera en un reportaje de la BBC, mucho antes de la pandemia por el Covid19, es la traducción del anglicismo “Workaholic” que se refiere a una persona adicta al trabajo. Aquí cuestionan al trabajador obsesivo, que se la pasa muy mal si está desocupado, que no sabe qué hacer con su tiempo libre, que cree que por más horas de oficina es más eficiente.
Ahora que muchos privilegiados disfrutamos del período de descanso que nos otorga la ley del trabajo, es un buen momento para reflexionar sobre nuestro tiempo libre. Ya hay referencias médicas, no solo en libros de auto ayuda también en las nuevas investigaciones sociales, que indican que
el trabajo en exceso nos afecta, me refiero al trabajo de oficina, no al de campo donde muchas veces está en riesgo el físico, pero poco sabemos de cómo se nos complica la mente con tanto estrés laboral entre cuatro paredes, ya sea en espacios físicos o ahora en los virtuales.
Los requerimientos pandémicos nos obligan al distanciamiento social y nos constriñen a estar con los ojos bien puestos en las pantallas, conectados permanentemente a datos o wifi, recibiendo notificaciones por todas las plataformas y haciendo de la virtualidad el modus operandi de la práctica profesional. Y estas más disponibles que antes, a un click del jefe, a una supervisión de la última conexión para saber si sigue una en guardia, para enviar otro aviso de una exigencia más.
Y así, en el mismo confinamiento, nos llegaron las vacaciones, sigamos en casa,
la pandemia no se ha ido y los pronósticos científicos nos asustan, la cosa se pondrá peor cuando a todos se les acabe su viaje. Porqué como hay gente viajando y reportando su turisteado por todas las redes sociales. Pareciera que vivimos mundos paralelos, los pesimistas que aguardamos otro trance fatalista y los optimistas que, sin pudor se mueven por doquier, con el argumento de “a todos nos va a dar” y “de algo se tiene que morir uno”.
Entonces, el descanso sigue, pero en guardia, al tanto de las noticias y al tanto de las notificaciones. Poco descanso cuando se promueve una consulta para investigar sabe a quién, sobre lo que hizo mucho daño a este país. Como desconectarse del mundo con el virus que sigue acechando, con las olimpiadas en medio de la contingencia sanitaria y para el colmo, con ley seca por aquello de que hay que pensar bien el sí o el no, de llamar a cuentas a los que deben mucho.
Y el patriarcado que no da tregua, que no permite sosiego a las mujeres de este país. Suben los feminicidios, se incrementa la violencia doméstica, el desempleo que cala más en ellas y la responsabilidad de infantes y enfermos que sigue siendo tarea casi exclusiva de las mujeres.
Sin embargo, no soy adicta al trabajo, me gusta estar de vacaciones, aunque por segundo año consecutivo estamos en tiempos atípicos de confinamiento, prefiero mi entorno hogareño, practico el “détox digital”, pero me angustian las mujeres que no tienen espacios seguros ni en su propia casa, o las que no desean estar en casa y optan por asistir a las oficinas a pasar el rato, para evadir, evadirse o peor, aventurarse a relaciones humanas dañinas por miedo a estar “solas” con ellas mismas.
Conviene saber que, la adicción al trabajo afecta más a las mujeres que los hombres, la desigualdad salarial, las exigencias domésticas extendidas a las oficinas, donde la feminidad obliga a saber poner café, calzar zapatillas, cerrar las piernas y esquivar el acoso, infunde un estrés mayúsculo a las condiciones laborales para ellos.
Mientras, estoy de vacaciones y no me angustia escribirlo.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE




