Este viernes se cumplen 500 años de que la Gran Tenochtitlan fue tomada a sangre y fuego por los gachupines cometiendo uno de los genocidios más espantosos que el mundo pretendió ignorar, al menos durante los 300 años del virreinato caracterizado por la explotación y el saqueo sin límites de metales preciosos aprovechados para salvar de la ruina a España.
Sin embargo todo este tiempo los gobiernos ibéricos y entes simbólicos, como las monarquías en turno, han conservado su soberbia negándose a reconocer este crimen que en el fondo del alma mexica permaneció como asunto pendiente hasta que López Obrador lo colocó como prioritario en el rescate de la dignidad de la república. Ya sabéis que AMLO ha llamado a la reconciliación a las autoridades gachupinas, y lo hace también al Vaticano, cómplice indeclinable de este agravio sin paralelo. Hasta ahora ni Felipe V1 ni Pedro Sánchez ni el papa Francisco han respondido, tal vez porque no tienen argumentos para justificar y menos para aceptar culpas de la masacre que mancha su pasado y aun su presente.
Los gachupines pretendieron terminar con la cultura original y aunque ciertamente destruyeron todo lo que pudieron destruir, e impusieron una religión a base de latigazos, hogueras y mutilaciones, no lograron su objetivo porque las raíces y la fortaleza original fue y es mucho más que la vocación criminal de una horda de invasores sedientos de sangre y de riqueza.
Además de Cortés, Pedro de Alvarado es prototipo del aventurero criminal. Es bien conocida la matanza que ordenara en el Templo Mayor cuando los nahuas celebraban la fiesta de Tóxcatl en honor de Huitzilopochtli. Sintetizamos aquí uno de los testimonios dejados por los mexica y recogido en “Visión de los vencidos” (UNAM 1962):
“Vienen a cerrar las salidas, los pasos, las entradas. La Entrada del Águila, en el palacio menor; la; la de Acatl iyacapan, la deTezcacoac (Serpiente de espejos). Y luego que hubieron cerrado en todas ellas nadie pudo salir… inmediatamente cercan a los que bailan, se lanzan al lugar de los atabales; dieron un tajo al que estaba tañendo; le cortaron ambos brazos. Luego lo decapitaron; lejos fue a caer su cabeza cercenada.
Al momento todos acuchillan, alancean a la gente y les dan tajos, con las espadas los hieren. A algunos les acometieron por detrás; inmediatamente cayeron por tierra dispersas sus entrañas. A otros les desgarraron la cabeza: les rebanaron la cabeza, enteramente quedó hecha trizas.
Pero a otros les dieron tajos en los hombros; hechos grietas, desgarrados quedaron sus cuerpos…Todas las entrañas cayeron por tierra. Y había algunos que aun en vano corrían; iban arrastrando los intestinos y parecían enredarse los pies en ellos…”.
Y así prosiguen escalofriantes relatos dejados a la posteridad en diversos códices.
La respuesta mexica a este hecho fue la que debió ser, es decir la de un pueblo heroico y valiente que vio mancillado su honor. Es suficientemente conocido el combate contra los gachupines los cuales fueron obligados a huir por la calzada Tlacopan o Tacuba por el rumbo de donde dicen, lloró Cortés en “El Árbol de la noche triste”, recién rebautizadopor la Sheinbaum como “El Árbol de la noche victoriosa”. Y es que fue un triunfo de los mexicas en aquel 1519, aun cuando dos años después regresarían los gachupas que apoyados por los tlaxcaltecas y otros pueblos traidores, concretaron la invasión definitiva con la caída de Tenochtitlan el 13 de agosto de 1521.
De manera que se cumplen 500 años del crimen español contra nuestro país, por lo tanto no hay nada que celebrar aunque la fecha sirve para recordar que México es una nación digna, donde el supremo gobierno encabezado por AMLO, hace lo posible para borrar la imagen de corrupción e inmoralidad que le atrajo penosa fama internacional durante los regímenes anteriores.
Nada borra de la memoria histórica por ejemplo, que Motecuhzoma el rey mexica durante la invasión del 19, fue asesinado por el mismo Cortés mientras lo mantenía cautivo. Así que para los gachupines ni perdón ni olvido. He dicho.
¿PRI, PAN, PRD, ALIADOS?
Por otra parte, el columnista insiste: en MORENA Tamaulipas existe demasiada confianza pa’ lo que viene. Y por el contrario del ideal del Presidente de México, aquí toda la energía se pierde en discrepancias y pleitos internos que mucho tiene que ver con la ambición y la voracidad por lograr cargos el próximo sexenio. Es lo que ahí creen y como que no se conectan con la realidad. Falta mucho trabajo político por hacer y prefieren dejar en manos de la marca AMLO el destino personal y del partido.
Pero ojo, que el PAN trabaja día y noche y en todos los frentes. Es demasiado lo que esté en juego como pa’ entregarlo así nomás al estado de ánimo ciudadano.
El PAN no descansa digo, y cualquier motivo o pretexto significa avance. En este sentido cada vez circula con más fuerza la posibilidad de una alianza con el PRI y PRD en la elección de gobernador. Edgardo Melhem, del tricolor lo desmiente, pero de que dicho amasijo se cocina, eso que ni qué. Un boletín de profusa difusión por parte del panismo así lo hace entender. En la foto que acompaña el texto aparece Roberto González Barba, el más priista de los priistas, al lado de Luis Cantú, el dirigente panista, muy sonrientes ambos como si del compromiso anticipado naciera la amistad, relegando a la historia que pareciera ser una carga incómoda. ¡Quién lo iba a decir de Roberto!…¿Habrá metido la mano Magdalena Peraza para que el señalado encuentro se realizara en armonía y con la felicidad que reflejan los rostros de ambos?.
SUCEDE QUE
Según el senador Américo Villarreal Anaya, MORENA convocará a la encuesta que definirá el candidato a la gubernatura del estado, en unos tres meses. De resultar cierto, sería el mismo tiempo que resta a los aspirantes para promocionarse. Usted dirá que algunos lo vienen haciendo desde hace años y ni así logran que “la raza” los ubique, ni los identifique ni los conozca, de suerte que el asunto estará entre tres o cuatro y pue-que exagere.
Y hasta la próxima.
POR MAX ÁVILA