Tamaulipas.- Era viernes 13 de marzo de 2020, en México, se aproximaba un fin de semana largo por la conmemoración de un aniversario más del natalicio de Benito Juárez. El hecho histórico pasaba desapercibido para muchos, importaba el puente vacacional, el descanso, poder ausentarse de las actividades laborales, el respiro previo a la semana mayor. En ese momento, estábamos lejos de saber lo que se venía encima.
En Tamaulipas una semana después, la Secretaría de Salud, confirmó el primer caso, un hombre de Malasia que trabaja en una empresa en el puerto de Tampico. A partir de ese momento los contagios fueron en ascenso.
Las opiniones se dividían, mientras algunos llamaban a no alertarse y lo veían como un tema pasajero, otros extremaban precauciones e iniciaban, a piedra y lodo, su aislamiento voluntario.
Sin embargo, aunque creyeran y temieran al virus, hubo personas que no pudieron guardarse, ni dejar sus trabajos un día, los sectores del empleo informal no pudieron aislarse.
Y es que, en un país como el nuestro, donde un 56. 2 % de la población se dedica o depende del empleo informal o actividades informales, al menos era el porcentaje en abril de 2020, es complejo pedirles o suplicarles “quédate en casa”. Llevar el sustento diario es más importante que protegerse de la enfermedad.
El golpe a la economía fue tajante con estas disposiciones, la cuarentena se volvió eterna y los negocios, se abrían algunas veces y con un sinfín de restricciones.
Nuestra forma de vida cambió de un momento a otro, todo lo que conocimos antes, dejó de existir, al menos en las dimensiones habituales.
Los comercios de los distintos ramos se vieron afectados una y otra vez, por tanto, los trabajadores de éstas sufrieron las consecuencias.
En la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) del INEGI, la concerniente al primer trimestre de 2021, arroja datos importantes, ya que contabiliza a la población ocupada, y en Tamaulipas es de 1,525,534; la desocupada de 60,905 y la desocupación del 3.8%, al parecer este último dato, no suena gravoso. La misma encuesta ubica la informalidad laboral al 43.7% y la ocupación en el sector informal en un 23. 3 %; entre otros criterios, agrega uno bastante interesante, las condiciones críticas de ocupación, que resultan en un 31.4%.
Esta misma ENOE, pero la del tercer trimestre de 2020, ubicó a Tampico y a Reynosa como las dos ciudades con más pérdidas de empleo.
Los números no tienen rostro, pero nosotros a diario vemos personas que pierden su empleo, ya no digamos la vida, porque de esas personas ya conocimos muchas y cercanas, que nos dejaron un dolor, una impotencia y ansiedad tremenda ante lo desconocido.
Perfiles disímiles, que convergen en un punto fundamental: salir triunfantes de las adversidades y encarar de distinta manera el modo de allegarse recursos económicos.
Magaly Negrete, es Licenciada en Computación Administrativa, desde hace tiempo se dedica de lleno a la repostería, esto desde su casa ubicada en Reynosa, Tamaulipas. Con el cierre de los puentes internacionales por la pandemia, sus ventas en “Repostería MaNe” cayeron un 50%, muchos de sus clientes venían del país vecino; sin embargo no se desanima y continúa realizando sus encargos y adaptándose también a las formas en las que hoy se perciben los postres, como por ejemplo elaborando los postres keto, ella dice, “Mantengo los precios para no verme afectada y no afectar a mis clientes”. Afirma: “seguimos en pie y ésta es una gran prueba de fe y de vida”.
Sarahí Alemán es fotógrafa profesional, en su estudio, antes sólo realizaba sesiones a personas, cuando éstas disminuyeron, realizó fotografías a productos para restaurantes, también restauración de fotografías.
Las cosas siguieron difíciles, ha tenido que diversificar sus actividades, vendiendo cosméticos, zapatos, ropa nueva o de medio uso.
La familia de Sarahí también se emplea a través de los negocios que poseen, por desgracia, al contagiarse de COVID no podían trabajar y perdieron contratos, siendo golpeados por la enfermedad y por las dificultades económicas. Sarahí no se contagió, pero ha decidido cerrar, “De hecho por pandemia y mi salud, hace un mes cerramos el estudio, sólo estamos haciendo sesiones en exterior”.
Graciela Hernández, vende frutas, raspados y refrescos con su esposo en la playa Miramar.
El 2020 fue terrible para ella y su familia, cerraron la playa. “Hemos perdido mucho, el año pasado se perdió toda la inversión de Semana Santa, cuando cerraron la playa, casi todo el dinero que habíamos juntado para la venta, seis mil pesos. Mi esposo tuvo que moverse con el carrito de la playa a otros lados, frente a las puertas de refinería.
Este año no ha mejorado mucho, hay gente, pero no hay dinero, no hay venta”. Siguen batallando a diario con los gastos, su hija está harta del encierro, su hijo se fue a trabajar a otra ciudad. Enfrentan esta situación apoyándose en familia, “Vendiendo cosas en casa, tengo este puesto de raspas, estuve participando en las campañas políticas y ahí me apoyaban con dinero y con despensa. Y “mi viejo” ya volvió a vender en la playa”.
En otro giro, entrevistamos a Rodrigo Brondo, es poeta y dirige la editorial “la rueda de las delicias” en la zona sur de Tamaulipas. Debido a la contingencia perdió oportunidades de empleo; los festivales, conferencias y ferias literarias fueron canceladas de forma presencial. Los trabajos de gestión cultural con instituciones y asociaciones civiles, también se han detenido, por tanto, “Esto ha bloqueado el flujo de liquidez para mantener con vida la expansión de toda la mercancía que tiene en venta la editorial”.
Lo ha enfrentado convirtiendo sus libros en PDFs para ponerlos en venta en línea; también ha abierto canales de comunicación en diversas plataformas para dar charlas, talleres y seguir en contacto con colectivos del mismo giro. El 14 de febrero y el día 10 de mayo, aprovechó las fechas para escribir poemas personalizados. Admite que ha tenido que aceptar ayuda de su familia y sabe que vendrán mejores días.
Daniel Torres Fraga es arquitecto y diseñador independiente, perdió su empleo en una compañía del corredor industrial, lo enviaron a home office y después por un reajuste gerencial por pandemia lo despidieron.
“Volví al desarrollo de proyectos particulares en enero de este año, pero el sector de la construcción se encontraba colapsado, características de este rubro siempre que hay crisis, es el primero en caer, pero el primero en reactivarse, cosa que percibo en el tercer bimestre de este año”.
Por fortuna Daniel tenía ahorros, se quedó en casa, pudo guardar la cuarentena y, aunque de alguna manera afectó, que se dejaran de recibir sus ingresos en casa, no fueron determinantes para sufrir estragos. Él se siente privilegiado, sólo ha tenido que hacer ajustes en gastos innecesarios.
Domingo Garza, es chef, estudió en diversos países y luego regresó a Tampico, instaló Coquena, un restaurante de comida interpretada. A un año de su inauguración, llegó el COVID-19 y enfrentó algunos meses la pandemia, después no resistió, como muchos negocios de su rama. Domingo, afrontó la situación con mucho esfuerzo físico, mental y emocional; próximamente reabrirá sus puertas, pero ahora en Ciudad de México, pese a lo ocurrido en la zona sur de Tamaulipas, no pierde las ganas de perseguir sus metas.
“Hay oportunidades es sólo saber dónde y cómo. El trabajo es tener enfoque y saber lo que el público busca en cada lugar. Como restaurantero debes arriesgar y apostar todo por tus clientes y tu negocio”.
Estas personas de distintas ciudades y con diversos enfoques, han hecho frente a la crisis económica que derivó de la pandemia, forman parte del 70% de tamaulipecos vacunados y esperan, que de alguna forma, con las vacunas haya menos contagios o mayor concientización sobre la enfermedad.
En uno de los comunicados de la OMS, fechado el 19 de mayo del presente, en el encabezado, aseguraba que, “La Asamblea Mundial de la Salud, se centraría en el fin de la pandemia por COVID-19 y en la preparación para la siguiente pandemia”. En el cuerpo del comunicado menciona que logrará preparase para la siguiente pandemia, “[…] Construyendo un mundo más sano, más seguro y más justo”. El anhelo de todos.
El COVID- 19 cambió la manera de percibir el mundo y por tanto la vida, es un fenómeno multidensional.
En este momento hay niños que ingresan a segundo grado de primaria y nunca han pisado su escuela, ni conocen a sus compañeros más allá de una cámara o un celular. Hay jóvenes que se graduaron y llevaron su último año universitario en línea. Hay maestros que explotaron los recursos tecnológicos para seguir con sus clases. Hay anhelos de trabajos y ascensos que se quebraron, sueños convertidos en comercios rotos en mil pedazos.
El COVID-19 también mostró las deficiencias en materia de salud pública y economía, nadie estaba preparado nunca para hacer frente a un reto de esta magnitud.
Por Staff




