TAMAULIPAS.- López Obrador está convencido de que la resistencia pacífica es el mejor método para alcanzar objetivos, ha sido la actitud de siempre y su activismo político desde la oposición es valioso testimonio.
Ahora como Presidente de México no puede actuar como quisieran sus adversarios, es decir reprimiendo, empleando la violencia fácilmente justificable por el carácter institucional de que está investido.
A lo largo de estos tres años suman muchas las provocaciones, así como los ataques y las ofensas no solo a su persona, sino también a su familia cercana, sin embargo puede más su fortaleza moral que dignifica la gigantesca tarea echada sobre sus hombros, misma que los mexicanos de buena ley esperamos que rinda los frutos esperados.
AMLO va por buen camino sin que ello signifique que está libre de obstáculos, algunos de los cuales, él mismo lo acepta, se implementan desde el propio gobierno o mejor dicho, desde el neoliberalismo sobreviviente, y es que aquí también hay traiciones y falta de conciencia para terminar con los vicios que casi destruyen la república.
Por supuesto no es fácil cumplir el compromiso presidencial en las actuales circunstancias, pero se hace todo lo humanamente posible. Por lo pronto las bases de la nueva nacionalidad están firmemente colocadas y no habrá perversidad ni maldad que las destruya.
Así llega el régimen morenista casi a la mitad de su gestión y hay que festejar que la Transformación se realiza en paz, a pesar de las intenciones de los conservadores cuyo triunfo “es moralmente imposible”, frase de Juárez adoptada atinadamente por López Obrador como sabéis.
Por convicción, AMLO utiliza la resistencia pacífica como forma de lucha, (al igual que lo hicieron otros heroicos líderes internacionales como Mandela, Gandhi, Luther King, etc.), de ahí el fracaso de sus adversarios que una y otra vez intentan atraparlo en la tentación del poder en la más simple de sus aplicaciones.
Por esto no extraña lo sucedido el viernes anterior en Tuxtla Gutiérrez cuando extremistas de la CNTE evitaron su presencia en “la mañanera” a realizarse en dicho lugar.
No fue solo una provocación, sino un chantaje que obviamente el Presidente rechazó y denunció con toda claridad al señalar que el grupo intervencionista sirve a intereses creados.
Usted sabrá que en el pasado ciertos dirigentes disponían de plazas y recursos que las autoridades otorgaban para mantenerlos tranquilos, solo que eso se acabó.
No se trata de reclamos sindicales sino de cuestiones ajenas y contra puestas al espíritu magisterial, considerando que AMLO es el principal impulsor de justicia para quienes desempeñan la noble vocación de enseñar. En este sentido la derogación de la mal llamada “reforma educativa” y la reinstalación de maestros que perdieron su empleo como resultado de la misma, son las mejores evidencias. Y ni modo que sea invento.
AUSENCIA QUE DUELE Cruz López Aguilar ha muerto y es una pena que nos llega con más fuerza a quienes formamos parte de su generación. El columnista lo conoció en la capital del estado en el 66 cuando becado por su ejido de Camargo estudiaba la prepa y participaba en el ajefismo local (Cristóbal Colon 4).
Me lo presentó Héctor Domínguez si mal no recuerdo. Ahí en la logia cada sábado soñábamos y proponíamos un mundo mejor y por supuesto Cruz era de los que más destacaban, al igual que otros inquietísimos compañeros, entre otros el propio Héctor Domínguez Mendoza, verdadero líder de la autonomía universitaria, Rigoberto García García más tarde dirigente de la sección XXX del SNTE, también recientemente fallecido; Joaquín Olea Vázquez, quien encabezara la huelga en la Escuela industrial “Álvaro Obregón” que obligó a la renuncia del profesor Arturo Lerma Anaya después de permanecer como director veinte años mediante fuertes reglas de disciplina de enorme lucimiento en los desfiles y eventos en el estadio “Marte R. Gómez” los veintes de noviembre.
En “Cristóbal Colón” convivíamos estudiantes de la Normal, Prepa, Tamatán, etc y al exterior participábamos en todo acto cívico que se presentara, como aquel concurso de oratoria organizado por el PRI, cuyo testimonio guardo en foto (donde aparecemos ataviados con nuestra corbatita escolar), cuya copia regalé años después a Cruz que mandó ampliar, “para que estos cabrones sepan, dijo, desde cuándo soy miembro del PRI”.
Entonces quería ser senador de la república que al parecer impidió Eugenio Hernández gobernador de la época. Tuve el privilegio de conocer a Cruz y mantener su amistad de más de cincuenta años y me duele su partida y aunque tuvimos algunas pequeñas diferencias, siempre se impuso su tolerancia y fraternidad a toda prueba.
Es mi amigo al que recuerdo, no al político ni al reconocidísimo funcionario y técnico en materia agrícola que fue, sino al ser cuya honradez, transparencia y generosidad quedaron plasmadas en “El Extensionista”, obra de teatro y película de Fernando Santander, realizada en base a su biografía… descanse en paz. Y hasta la próxima.
POLVO DEL CAMINO / MAX ÁVILA
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021




