TAMAULIPAS.- Lo que vimos la semana pasada durante la instalación de la 65 Legislatura en el Congreso del Estado fue el preludio de lo que está por venir: ocho meses de una intensa batalla política que va a polarizar todavía más a la sociedad tamaulipeca, y va a elevar al máximo la tensión entre dos fuerzas antagónicas.
El Poder Legislativo del estado vivirá una etapa inédita en la historia moderna del estado. De la mano de la alternancia en el Ejecutivo, en 2016 Acción Nacional consiguió por primera vez la mayoría en el Congreso, después de décadas de un férreo control del PRI.
Con la presencia de 20 diputados locales, el PAN tuvo una ventaja cómoda a la que sin problemas pudo sumar aliados de otros partidos para alcanzar las dos terceras partes en las votaciones importantes.
En ese tiempo, por ejemplo, llegó por la vía plurinominal, Humberto Rangel del PVEM, que luego se declaró independiente. Su premio fue la Presidencia del Instituto de Transparencia y Acceso a la Información de Tamaulipas que hoy ostenta.
En la Legislatura 64, que recién concluyó sus actividades la semana pasada, el PAN llegó a tener hasta 23 diputados con la suma de dos legisladores morenistas: Rigoberto Ramos y Ulises Martínez Trejo. Con el apoyo de uno sólo de los priístas -Tino Saenz casi siempre- le bastaba para alcanzar la mayoría calificada.
La situación del Congreso es muy diferente, pero sobre todo muy compleja. Morena y su aliado el PT agrupan a 18 diputados locales, exactamente el 50 por ciento del Pleno, y eso si no se cumplen los pronósticos de que muy pronto otros dos de sus legisladores anunciarían su adhesión al PAN.
La otra mitad de la Legislatura está compuesta por 15 diputados de Acción Nacional, dos del PRI y uno de Movimiento Ciudadano. Es decir, incluso si la coalición de la Cuarta Transformación lograra convencer a los priístas y a Gustavo Cárdenas, no alcanzaría la votación suficiente para modificar la Constitución del estado.
Tampoco el PAN tendría esos alcances. Ese escenario dividido que podría derivar en una parálisis legislativa, se da justamente en medio de un proceso electoral fundamental para el futuro de Tamaulipas, en el que se enfrentan dos modelos políticos radicalmente opuestos.
Por eso los presagios para los próximos meses son de alta intensidad. Está en juego el control del estado, y si a los morenistas los motiva la evidente ventaja que marcan las encuestas, a los panistas los mueve la urgencia de refrendar el triunfo que consiguieron hace cinco años.
La guerra se va a librar en todos los frentes y en todos los niveles de gobierno. Como líderes políticos de sus territorios, los alcaldes se meterán a la competencia; los diputados jugarán su papel en el Congreso, y el poder estatal, desde luego, usará todos los recursos a la mano para llegar al 5 de junio con posibilidades de triunfo.
En favor de Morena juega el envión anímico que significó el 2021 y que se refleja en las cifras de las encuestas. Para el panismo la clave está en aprovechar su estructura formal, su disciplina y la lealtad a toda prueba que han mostrado con el gobernador en los últimos años.
En suma, la mesa está servida para una competencia feroz que, de hecho, ya empezó.
CATALEJOS / MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021