TAMAULIPAS.- LO CLARO. El ‘volteado’ mundo del comercio, genera altas expectativas de aplicabilidad de destrezas respecto a los desastres ocasionados por la pandemia global COVID-19. México se encuentra intrínsecamente enlazado en su economía al mercado internacional.
La frontera del norte especialmente, mantiene una hegemonía en términos de industria manufacturera que inclina la balanza comercial en ese sentido. La logística de intercambios sufre alteraciones que deben ser analizadas desde el punto de vista académico para encontrar soluciones y mejoras.
La Universidad Autónoma de Tamaulipas, en concordancia con sus pares del Valle de Texas (Texas Southmost College) y las autoridades gubernamentales y de comercio de ambas regiones de México y EE.UU, promueven un Segundo Simposio Binacional en materia de Comercio Exterior que analizan los impactos de la pandemia y sus repercusiones en la cadena de suministros.
LO OSCURO. Quizá sea una temática utópica que en la globalización actual dominante del planeta, hablar de soberanía nacional nos haga bostezar ante una impráctica fórmula de gobernanza. Comenzamos de nuevo.
La soberanía nacional, más allá de los términos jurídicos que definen a ésta como “el poder que reside en el pueblo y que es absoluta, inalienable, perpetua”, etc. La versión que nos interesa se refiere a la necesidad de cada país de establecer criterios sobre sus riquezas y territorio en virtud de su autonomía –alimentaria, energética, militar, económica, tecnológica- ha sido la lucha permanente que, desde la independencia de la Corona Española, nuestro país derramó sangre y vidas para garantizar esa libertad que ‘de a pocos’ retornamos por medio de préstamos de bancas internacionales y otros empréstitos a potencias extranjeras (dícese EE.UU) para perder por completo amparados por la globalización, la potestad de esta nación.
Sí, es utópico pretender como desde el principio, hablar que ‘el petróleo es de los mexicanos’, cuando resultó que esos mexicanos tenían nombre y apellido (Cárdenas, Beltrones, Calderón, Mouriño, Alemán, Hank, Aspe, Lajous y por supuesto, Lozoya).
A pesar de que el discurso es uno, nacionalista, de corazón partido por su patria y la realidad es otra, la pelea no debería dejarse nunca de lado. La soberanía es el único atributo que nos permite seguir siendo libres. Aunque ya debamos hasta lo que nos dieron por salir a votar. Imagine usted cualquier conflicto de orden mundial; póngale de ejemplo un virus que ataque la salud humana y ponga en riesgo a la población total.
Aquél que es dueño en el país que se imagine -digamos en una nación ficticia llamada México-, donde un conglomerado de empresas son las cabezas del combustible y sus estaciones de distribución.
Y deciden no vender por estrategia su producto para elevar el costo y por ende, poner condiciones al gobierno de esa nación.
O al que produce alimento y lo acapara. O el que es dueño del tendido de redes de comunicación que enfatice “Todo México es territorio azul”. Representaría una vulnerabilidad total al país que estuviera a merced de los controladores mencionados.
Ocupación, guerra, control del poder. Así se establecen criterios en la Constitución que garanticen a los pobladores mantener el control gubernamental del 51% de cada renglón estratégico que puede ocasionar en manos de pocos, un conflicto de soberanía e independencia.
CLAROSCURO / ALEJANDRO DE ANDA
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021