VATICANO.- El Papa Francisco volvió ayer a Lesbos, la isla griega que es el corazón de una enorme oleada migratoria hacia Europa con el fin de reconfortar a los solicitantes de asilo, después de criticar a los gobiernos europeos por su manejo actual de los migrantes, durante una visita a dos de los países más afectados.
A su llegada al campamento Mavrovouni, Francisco –quien no portaba mascarilla– se tomó su tiempo para caminar a lo largo de las barricadas, acariciando la cabeza de los niños, preguntándoles sus nombres y posando para selfies. Fue recibido por esperanzados solicitantes de asilo que le gritaban:
“¡Bienvenido!” “¡Lo amamos!”
El Pontífice, de 84 años, pasó únicamente dos horas en el campamento, donde los candidatos a refugiados viven en contenedores blancos de Naciones Unidas junto al mar y rodeados de mallas de alambre de púas. En su visita previa, en 2016, Francisco llevó consigo a 12 refugiados musulmanes sirios de regreso con él a bordo del avión papal.
CON INFORMACIÓN DE EL HERALDO DE MÉXICO