TAMAULIPAS.- Muerto el rey, no acaba el machismo. El Charro de Huentitán, el máximo exponente de la canción ranchera, el ídolo de multitudes, imitado por muchos, ha fallecido. Vicente Fernández es ahora leyenda, así como vivió, trasciende, como la fiel imagen del hombre misógino, machista y homofóbico.
Como ser humana lamento la muerte del cantante y me acongoja el dolor que sienten sus fans, pero como mujer lamento más que se haya ido otro hombre impune, que deja a varias mujeres víctimas de acoso sexual y una estela de mal formación para muchos hombres que han crecido con sus canciones, películas y expresiones públicas, donde ponderó el machismo que refuerza la sociedad patriarcal.
Los grandes homenajes que hacen en su honor, destacan que nació en 1940, que fue de cuna humilde, que se casó a los 23 años y de cantar fiestas de rancho se convirtió en el Rey de los palenques y vendió más de 70 millones de discos.
La prensa también registra para la historia que fue un hombre infiel, que siempre estuvo rodeado de “bellezas”, lo mismo se le relacionó con actrices con las que participaba en películas, que con cantantes con las que se topaba en los centros nocturnos, confirman varios “noviazgos” extra maritales, narran como odisea que a todas sus amantes de ocasión les dijo “yo nunca dejaré a mi Cuquita” y que la esposa era aguantadora, “de las de antes” porque “detrás de un gran hombre, esta una gran mujer”.
Así, sin filtro, exaltan como virtud la infidelidad masculina y como valor humano la “abnegación” femenina. Más allá de sus canciones, que son registradas como vernáculas y siempre retratan a la mujer como objeto sexual, las expresiones del interprete reforzaron ese código de ser hombre macho, reafirmando el estereotipo del mexicano, que Pedro Infante y otros de la llamada época de oro del cine dejaron establecido, él mismo Fernández ha dicho que su ejemplo a seguir fue precisamente Infante.
Por hombres como él es que hay mujeres tan afectadas, que son agredidas física, sexual o psicológicamente, por hombres como él se normaliza el maltrato y se perpetua eslabón por eslabón el patrón que, por generaciones, muchos siguen, de las relaciones sociales y amorosas basadas en el machismo.
Seguramente hay más iconos rancheros, pero él, fue determinante para arraigar la imagen del mexicano acosador, pero cariñoso, agresor pero protector, borracho pero simpático, abusador pero generoso, binomios que confunden y denigran más a las víctimas.
Es una pena, se fue el hombre, pero queda su legado de mala fortuna para las mujeres. Apenas terminen las exequias y homenajes, la leyenda se verá aderezada con el “MeToo” de las que violento.
EN BOCA DE TODOS / GUADALUPE ESCOBEDO CONDE
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021