La Secretaría de Salud de Tamaulipas confirmó ayer la aparición del primer caso de la variante Ómicron, de Covid 19 en el estado.
La persona cuyo diagnóstico fue positivo fue detectada en Altamira, en la zona conurbada del Tampico.
El intenso ritmo de movilidad urbana, la interacción con habitantes de la zona rural y la posición geográfica de las tres ciudades que integran esta zona metropolitana, potencian el nivel de riesgo de transmisión de esta variante.
Por si algo nos faltaba, la entidad ahora enfrenta el riesgo de que problemas sociales como la migración, el desplazamiento de residentes legales e ilegales de Estados Unidos a México y viceversa, los viajes con motivo de las fiestas navideñas y fin de año, agudicen la situación.
Ya de por sí es preocupante lo que se vive en el ámbito nacional con casi 300 mil muertos a causa de complicaciones en su salud debido al Covid y ahora, Tamaulipas está entre los estados con casos confirmados.
Aunque el gobierno federal está aplicando vacunas para ayudar a proteger la salud de la población, faltan por cubrir en su totalidad los grupos de edad de 15 a 17 años y menores de 15. No todos los mexicanos tienen completo el esquema consistente en 2 dosis, aunque en la Ciudad de México y algunas entidades ya comenzó a instrumentarse un plan para dar una tercera dosis a adultos mayores.
Aunque el esfuerzo de las autoridades federales y estatales es importante, es innegable que ha sido insuficiente si hablamos de cobertura y celeridad. Las consecuencias son el alto número de fallecidos y de contagiados.
Con la variante Ómicron, de la que hasta ayer se hablaba de un veintena de casos en el país -uno de ellos en Altamira-, la situación no parece muy halagüeña.
Se ha dicho tanto acerca de la inevitabilidad de que las actividades productivas vuelvan a suspenderse parcial o totalmente, de que celebraciones oficiales y privadas se cancelen o limiten para evitar una propagación más rápida de la variante, que en realidad no se sabe si esto sucederá.
El año pasado y el actual la economía nacional y de los estados se afectó severamente por el cierre de actividades productivas no esenciales. Hubo cierre de empresas, despidos, recortes de beneficios a los trabajadores y eliminación de prestaciones en aras de un sacrificio para conservar las fuentes de trabajo, se dijo.
La necesidad de evitar una nueva sacudida a la economía y la renovación de seis gubernaturas el próximo año, son motivos para buscar que no haya una suspensión de actividades productivas. Limitarlas también sería equivalente a reducir las posibilidades de triunfo de algunos candidatos.
Es probable que eso no suceda, que no haya restricciones a la movilidad social y que por ende, como país nos expongamos a que la tan anunciada cuarta ola de contagios de Covid sea tanto o más letal que las anteriores. De verdad, ojalá que esto no pase, porque las consecuencias serán igualmente catastróficas para los ciudadanos y la economía.
No hay muchas opciones, porque mientras vaya lenta la aplicación de vacunas a todos los grupos sociales, lo que queda al alcance de todos es cuidarse y cuidar a los demás.
Atender las recomendaciones de las autoridades, hacer caso al sentido común y entender que más vale celebrar la vida con prudencia y responsabilidad, es mejor que lamentarse después por la indolencia.
POR TOMÁS BRIONES
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