Ciudad Victoria.,- – Imagínese que va usted a cobrar su quincena y aguinaldo juntos – comenta Arquímedes – llega usted al cajero y hay mucha gente alrededor, de repente le entra el nervio porque no sabe que intenciones pueden tener todas esas personas, y mas porque están todos detrás de usted, muy pegados… ¿A poco no le gustaría usted que todos esos ‘monos’ se hicieran para atrás y le dieran chance de hacer su retiro sin tantos mirones?
– No pues sí, la verdad traer tanto dinero en efectivo da miedito de repente – le responde el Caminante
– Ah pero imagínese usted amigo, que sale del cajero al estacionamiento del centro comercial, o a la calle, y usted cargando ahí todo su dinero… ¿A poco no desearía usted que lo cuidaran, por miedo a que alguien se haya dado cuenta de que anda bien pesudo, y se le ocurra asaltarlo a usted?
– Pues sí, de perdido que me echen ‘aguas’ pa’ saber quién anda por ahi o camina detras de mí – responde el vago reportero.
– Y la cosa no acaba ahí mi estimado, ¿a poco no le gustaría dejar su carro lo más cerquita posible del cajero, para caminar lo menos posible y no arriesgarse a que lo atraquen a uno por llevar tanto dinero en la bolsa?
– ¡Ah claro! para no exponerse innecesariamente.
– ¡Pues ahí está la jodedera, caballero! Eso es exactamente lo que vivimos todos los días los custodios de valores – dice Arquímedes, y le da una mordida a su flauta de salsa verde.
– Ah bueno es que así como lo explica usted si alcanzo a comprender todo el asunto – agrega el Caminante.
‘Arqui’, oriundo de Mexicali y avecindado en la capital cueruda desde hace unos años, está en su día libre y coincide con el Caminante en un negocio de comida del centro de Victoria. Aunque casi nunca deja de sonreir, su muestra un poco de enfado en sus palabras al relatar su experiencia en este oficio.
“Muchos conocidos me preguntan si no me pongo nervioso al cargar el ‘fogón’ (escopeta), porque se ha soltado una epidemia de cabrones que asaltan camionetas de valores en todo el país, y pues yo les digo que claro que nos da el miedo, pero lo más molesto de esta chamba no es eso… sino los cuentahabientes que nos topamos cada que vamos a ‘rellenar’ un cajero” dice Arqui.
“Mire yo allá en Mexicali tuve un problema porque un caballero se le acercó cuando estábamos en un centro comercial y me jaló el arma… ¡eso no se debe de hacer! yo le sorrajé un culatazo en la cara y el señor hizo un escándalo que hasta trajo a los soldados quesque para que me arrestaran, pero los sardos me dieron la razón. Todo lo que hacemos está regulado por un reglamento: el perímetro que hacemos para surtir el ATM, el protocolo con el interventor del banco, el lugar que ocupamos en la via pública, las armas que portamos, el uniforme, hasta las camaritas que ahora usamos para documentar nuestra labor, todo está legal” cuenta el hombre de alrededor de 35 años.
– ¿Es muy estresante su trabajo? – le pregunta el Caminante
– ¡La gente lo hace estresante! mire yo trabajé un tiempo en un municipio chiquito de Jalisco y ahí era muy diferente. Los señores hasta nos hacían valla para que nadie pasara y pudiéramos hacer el trabajo mas rápido.
“Aqui en Victoria es más tranquilo, la frontera sí está más peligroso, aquí todos se sienten influyentes, o defensores de la libertad de expresión… luego luego sacan sus celulares y lo empiezan a grabar a uno, pero pues no hay ‘borlo’ uno hace su trabajo y se acabó” dice el custodio.
– Si pudiera decirle algo a los ciudadanos acerca de su trabajo, ¿qué sería?
Arquímedes le da el último trago a su ‘cocón de seiscientos’.
“Solo que nos dejen hacer nuestro trabajo, mire, el simple hecho de cargar marmaja es un gran riesgo, y el dinero pues ni siquiera es de uno, pero tenemos la consigna de recogerlo, protegerlo, trasladarlo y entregarlo en el punto que se nos ordena. Yo solo quiero pedirle a la población que nos deje hacer nuestra labor, no es que nos guste pararnos en doble fila… es lo que marca el reglamento, no es que nos guste acelerar ‘la blindada’ es que nos urge llevar el dinero y protegernos de un posible asalto, no es que nos guste estorbar a los cuentahabientes cuando quieren retirar su quincena, es que si nosotros no trabajamos ellos no hallarán efectivo en la máquina”.
Arquímedes se despide apurado pues tiene que aprovechar para pagar cuentas y hacer despensa. El también andará de pata de perro todo el día.
Por Jorge Zamora