Después de la derrota del ejército convencionista y su reducción a pequeños grupos guerrilleros, la paz era algo que se vislumbraba a lo lejos en todo el país.
La época comprendida entre fines de 1915 y finales de 1916, se caracterizó por sus numerosas y graves dificultades, permaneciendo el problema militar como el predominante.
Había fuerzas levantadas en armas en casi todo México, las cuales seguían siendo un serio peligro para el gobierno de Venustiano Carranza.
En nuestra región Magdaleno Cedillo y sus hermanos Saturnino y Homobono, siguieron hostilizando a las fuerzas gubernistas, sumándoseles Eutiquio Carrera Torres.
El neomorelense don Pablo Gómez, relata en sus memorias que la situación que se vivía en esos años en Nuevo Morelos era agobiante: “[…] Pero a raíz de la Convención de Aguascalientes, se dividieron en dos bandos los revolucionarios que habían derrotado al usurpador Huerta, fue entonces cuando la vida fue insoportable porque los grupos derrotados de los hermanos Cedillo emprendieron una campaña de pillaje, llevándose cuanto podían y hasta violar familias y asesinar gentes indefensas”.
Ante esa situación, entre fines del 915 y principios del 916, se formó una Defensa Social en Nuevo Morelos para detener en parte, las atrocidades que cometían estos grupos dispersos. Esta acción debió causar mucha molestia en Magdaleno Cedillo, quien posteriormente se cobraría lo que él creía una traición, ya que ese municipio formaba parte de la zona de operaciones que le asignó Carranza en 1914.
En Antiguo Morelos también existió una Defensa Social, pero no hay mucha información al respecto.
Por esa época, en busca de mejores garantías para su familia, se fue a radicar al rancho de Canoas, jurisdicción de la villa de Quintero, don Diego Rodríguez, ex presidente municipal de Nuevo Morelos.
En esa comunidad, que con los años se convertiría en El Mante, falleció el 10 de agosto de 1917, su hermano Bernabé Rodríguez, víctima de un dolor de costado.
La violencia se incrementó y debido a ello se desintegró la Defensa Social de Nuevo Morelos que encabezaba su presidente municipal don Severo Gómez.
Al respecto, su hijo Pablo Gómez diría: “[…] Solamente un año nos mantuvimos defendiendo este lugar, siendo imposible seguir sosteniéndonos por la falta de elementos con que hacerle frente a la chusma.”
Esto ocurrió porque el gobierno del Estado no podía proporcionarles la ayuda que necesitaban debido a lo alejado del municipio, quedando sus habitantes a merced de las chusmas cedillistas, quienes en represalia incendiaron todo el pueblo en 1916 sin dejar casa, así como los ranchos El Cañón, San José, Rancho Nuevo, San Francisco y El Jordán, habiendo tenido que emigrar la mayoría los habitantes para diferentes partes donde hubiera garantías para poder vivir con más seguridad.
Era tanto el miedo, que las familias que tenían muchachas en edad “casadera” las escondían en los montes y en las cuevas de la región, ante el temor de que los hombres de los grupos rebeldes y federales las vieran y las raptaran para mancillas su honor.
En palabras de don León Martínez: “A las muchas bonitas se las llevaban los garreros…la revolución era un desmadre”.
LOS REVOLTOSOS NO RESPETABAN NI A LOS ARRIEROS
Los ataques de los Cedillo a las vías de comunicación de los caminos de los Morelos eran desgraciadamente muy eficaces. Los arrieros disminuyeron su tráfico, pues no había garantías,
muchos de ellos perdieron la vida y otros tantos la salvaron milagrosamente al realizar su trabajo, tal es el caso de don Evaristo Barbosa Chavarría, quien fue colgado por los rebeldes y dejado por muerto. Se dice que la soga se la pusieron en la quijada y no en el cuello, lo que ocasionó que no muriera y pudiera regresar junto a su esposa Elpidia Castillo y procrear tiempo después, a su único hijo José Barbosa Castillo.
Ante la falta de arrieros que les proveyeran de más granos, los campesinos pronto tuvieron que comerse hasta las semillas que tenían destinadas para la siembra, sumándose a esto la fuerte sequía que azoló en los años de 1916 y 1917.
Cuando los productos agrícolas empezaron a escasear en nuestro municipio y la región, el hambre acabó con la resistencia física de la población, apareciendo fuertemente el tifo, que causo grandes estragos, antes de dejarle el lugar a la tifoidea, la disentería y a la gripe española.
OBREGÓN LANZA UNA VERDADERA OFENSIVA
A principios de febrero de 1917, el general Álvaro Obregón, entonces Secretario de Guerra, decidió lanzar una verdadera campaña contra la guerrilla de Magdaleno Cedillo, por lo que decidió confiarla a un militar que conociese bien la zona, recayendo la encomienda en el general Manuel C. Lárraga, quien venía de combatir a los zapatistas en los Estados de Puebla y Morelos.
Estuvo en el puesto hasta septiembre del mismo año. El 31 de marzo de 1917, la Secretaria de Guerra ordenó que 400 hombres de la brigada “Lárraga” fueran a apoyar a las fuerzas federales en su campaña contra los Cedillo.
A don Manuel ya se le había dado el nombramiento de Jefe de Operaciones Militares de la Huasteca potosina, cargo que ocupó hasta febrero de 1919.
Durante esa campaña contó con la ayuda del capitán antiguomorelense J. Felicitos Castillo, mientras que los otros paisanos adscritos a sus fuerzas: Pedro Zamudio y Celso Castillo, servían en la plaza de villa Guerrero. Buen soldado, conocedor del terreno, el general Manuel C. Lárraga se distinguió por su crueldad, a tal punto que más de una vez sus oficiales lo abandonaron para unirse al enemigo, como el teniente Odeón Velarde que, además de ser su Jefe de Estado Mayor, era su cuñado.
Se pasó a los hermanos Cedillo entregándoles las armas de varias guarniciones federales. Sobre Lárraga, Gonzalo N. Santos escribe en sus memorias que era de mano dura y que quemaba las siembras de sus contrarios, causando terror en la población. Todo esto trajo consigo un profundo odio por parte de los hermanos Cedillo. Años después, Saturnino Cedillo se cobraría muchas afrentas de esta época, fusilando a su hermano Leopoldo Lárraga.
SE FORMÓ OTRA DEFENSA SOCIAL EN LA REGIÓN
El 22 de mayo de 1917, el general Eugenio López le presentó a Carranza un proyecto consistente en la creación de cuerpos irregulares dependientes directamente de la 5ª División a su mando, los cuales sirviesen para guarnecer los pueblos de las líneas divisorias de Tamaulipas con Veracruz, San Luis Potosí y Nuevo León, logrando con esto no distraer a dicha división en esas tareas, dejándole solamente la persecución del enemigo en las guaridas que tenían en la sierra.
López argumentaba que dichas defensas sociales funcionarían hasta el completo exterminio de los rebeldes y que los pacíficos habitantes de las municipalidades estaban dispuestos a cooperar, pues estaba en juego sus vidas y sus intereses al estar constantemente expuestos a la infinidad de atropellos, robos y asesinatos que cometían las tropas de Pancho Carrera y de Magdaleno Cedillo.
Incluso Nuevo Morelos estaba abandonado desde 1916. Por tal motivo solicitó que el capitán retirado Eduardo Benavides prestara su ayuda en Quintero, Antiguo Morelos y Magiscatzin.
En Ocampo, Gómez Farías y Xicoténcatl, haría los mismo, don Francisco Guerra, primo hermano del general Juan N. Guerra. Ellos se encargarían de proporcionar armas, parque y demás elementos, por su única y exclusiva cuenta, pidiendo únicamente el apoyo incondicional de la 5ª División. Finalmente, el proyecto de López fue desechado de cierta manera y esa tarea se la darían a don Nicanor Piña.
El 21 de agosto de 1917, una fuerza de auxiliares adscritas a las fuerzas del general Eugenio López, dieron alcance a una partida de bandoleros en el rancho San Juanito del Chaburro, cerca del volcán Cerro Partido, haciéndoles 40 bajas y recogiéndole cuatro bestias, tres armas. Tras el enfrentamiento los rebeldes se dispersaron completamente, huyendo para la sierra. Entre los heridos destacaban dos menores de edad, de las familias que llevaban los alzados.
Durante la primera quincena de septiembre, los rebeldes de Magdaleno Cedillo y Francisco Carrera Torres, se apoderan nuevamente de la villa de Ocampo, la cual fue ocupada brevemente, matando a 200 soldados y a muchos civiles. Los “garreros” o “arangos” como también se les conocía, seguían fuera de sus guaridas habituales, con la táctica del “pisa y cerré”. El 24 de septiembre el presidente Venustiano Carranza informó al general Eugenio López que pronto les mandaría ayuda para proteger los intereses particulares de la población de la zona de los Morelos y Ocampo.
POR MARVIN OSIRIS HUERTA MÁRQUEZ