CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Doña Mica sufre una amarga soledad, pues desde que enviudó no tiene compañía y hace años no ve a sus hijos, los cuales confiesa, extraña cada instante y viven en Monterrey, una ciudad que aunque para muchos es cercana, no puede costear el pasaje.
Micaela Sámano Suarez es de las de antes, fuerte y chambeadora, de las que se levanta cada día a las 3:30 de la mañana para trabajar, pese a estar ciega de un ojo, tener problemas de hipertensión y no poder caminar libremente, cada mañana sale con su carrito de venta.
Muchos conocen a Doña Mica, por vender una deliciosa avena y pan con mantequilla cada día desde hace más de siete años, algo que hacía de forma normal desde afuera de una primaria en la colonia Obrera, sin embargo la pandemia le quitó ese ingreso tras la suspensión de clases presenciales.
“Estuve mucho tiempo sin trabajar, no sabía cómo hacerle, ahora me dan permiso de colocarme aquí en el estacionamiento de Soriana, ahora vendo mucho menos pero es mi única forma de ingreso que tengo”.
El día de Mica inicia desde muy temprano, a las 3:30 de la mañana cuando despierta para preparar hasta 3 litros de avena, antes eran más de 10, además calienta en su comal bísquets y taquitos para su venta.
Una vez que termina de preparar todo, sube cada platillo a una carriola y prepara su andadera, para quienes no la conocen, Micaela sufre un grave problema en sus rodillas, por lo que no puede estar mucho tiempo de pie, aun así recorre varias cuadras empujando su mercancía y carriola.
Una vez llega al estacionamiento de Soriana Carrera es visitada por los trabajadores, quienes gustan de su pan con mantequilla y avena de a 12 pesos cada uno, “barato y rico para que regresen”, aun así a veces hay días malos y le llega la noche sin ventas.
“Si la termino pues me voy, sino me quedo hasta que se acabe, a las seis y media de la mañana llego y en ocasiones me quedo hasta las 9 de la noche”.
Micaela tiene un ojo blanco, pues no ve con él, debido a una enfermedad mal tratada cuando era pequeña debido a que al ser huérfana no tuvo quien viera por ella, mucho menos la llevara al servicio médico.
“Tengo alta presión, me duelen las rodillas, las tengo hinchadas, aun así yo sola me vengo caminando desde mi casa y me regreso, nadie me cuida, tengo tres hijos pero viven en Monterrey”.
Con lágrimas en los ojos, la señora de 73 años recuerda que estuvo casada y su pareja murió hace tiempo, tras esto sus hijos se marcharon a Monterrey, a los cuales extraña mucho y anhela ver.
El costo de un viaje a la ciudad de Monterrey ronda los 500 pesos, un monto que Doña Mica no ha logrado reunir por lo que pide a las personas que le ayuden comprando su producto, ella no pide nada regalado, solo que compren.
Para pedidos o ayuda puede comunicarse al 8341309260 con Micaela Sámano Suarez.
Por Raúl López García