TAMAULIPAS.- Hace un par de días la colectiva feminista mexicana Las Brujas del Mar postearon un mensaje que se viralizó en las redes sociales, hablan del “Enorme costo emocional de no poder retirarse a tiempo” del yugo social que ha impuesto el sistema patriarcal, por siglos, sin exagerar.
En esta reflexión narran circunstancias cotidianas de la vida de las mujeres, cosas que pasan a todas y que, muchas veces, nosotras mismas invisibilizamos, además de la ceguera que, el exponencial machismo, ocasiona en el entorno social.
Desde la muy penosa labor de una madre que busca desesperada a un hijo, vivo o muerto; la jefa de familia solo que trabaja y atiendo a sus vástagos; la esposa que, por años, debe calmar los ímpetus violentos de su marido, para salvar su unión y la familia tradicional; la novia que intenta sacar de las drogas a su pareja o la amiga solidaria que carga con traumas emocionales de su compañero de escuela.
Lo mismo pasa con las abuelas, hermanas, amigas, compañeras de trabajo que, por costumbre machista, asumen la tarea de cuidar física y emocionalmente al hombre de junto, amigo o hasta vecino. Somos “cuidadoras por naturaleza” nos dice a cada rato el presidente y esta letanía, por comodidad y como religión la asume toda la sociedad mexicana.
Al posteo de las feministas se sumaron hilos de narrativas de más mujeres compartiendo similares historias y todas coinciden “si algo nos ha dejado el feminismo es qué las únicas que debemos salvarnos de todos ellos, somos nosotras”.
Sí somos aguantadoras y poderosas, podemos con todo, pero también se vale no poder o no querer ayudar a “los otros” y ayudarnos a nosotras mismas.
Sin embargo, está tan naturalizado que la mujer sufra en silencio cualquier carga emocional o física que, sí se lamenta o se queja la señalan como “tóxica”, imperfecta, irresponsable, “no sirve para casarse” o para tener hijos, se juzga de forma injusta e indolente.
Muchos de ellos no saben guisar un huevo y ellas, todas, deben aprender pronto a cocinar para alimentarlos, ellos no saben curar una gripa, pero ellas son las que dan el “apapacho que alivia” con Vick Vaporub. Ellos no saben de las tareas escolares, y ellas son las impulsadoras de la educación.
Y sí esta columna parece queja, el parecido con la coincidencia es la pura realidad.
Es muy cansado ser mujer, somos la mitad de la humanidad que sostiene a la otra mitad, por eso el feminismo de estos tiempos nos llama a cuidarnos y salvarnos primero nosotras.