TAMAULIPAS.- No hay nueva normalidad, volvimos a lo de antes de la pandemia, con la llegada de la primavera 2022 se dio por terminada la calamidad, todo México está por fin en semáforo epidemiológico verde, otra vez la movilidad humana se registro al cien por ciento, bastaron 3 días de fin de semana largo o puente a la mexicana, para darnos cuenta de que todo sigue igual.
A unos cuantos días de las vacaciones de semana santa, la probadita de este día feriado, mostró que toda la sociedad esta lista para seguir con la vida, tal y como la conocíamos antes, aunque autoridades médicas insisten en que no debemos relajar las medidas sanitarias, en la nueva realidad ya no hay protocolo que valga.
Algunas personas utilizan el cubre bocas a fuerza de costumbre tras dos años de su implementación, el lavado de manos este desuso pues no hay agua para realizarlo de forma constante y la sana distancia, hace mucho que no se respeta.
Somos los de antes, y al mismo tiempo, estamos como antes, ceñidas al sistema patriarcal que nos reta, quizás estamos peor que antes. Ahora hay que lidiar con el estrés postraumático de la pandemia, sobre ponerse a las pérdidas familiares y a la propia enfermedad, además de las secuelas económicas y sociales que la larga crisis sanitaria ocasiono a toda la población mundial, pero que deja en desventaja a las mujeres.
Sí, este año, como los anteriores, será más difícil para la población femenina, tras superar la pandemia, se confirma el pronóstico del rezago en desigualdad por género. Antonio Guterres desde la ONU nos dijo este 8 de marzo que, aunque las mujeres y niñas representan un elemento fundamental en la sociedad “sus necesidades y aspiraciones especificas se ignoran en gran medida, y su trabajo se infravalora habitualmente”.
Quizás más que antes, porque el Covid 19, puso de manifiesto que el trabajo de casa y cuidados no remunerados, que realizan las mujeres, fue lo que permitió que gran parte de la sociedad siguiera funcionando aun en confinamiento, pero a la par se confirmó que se incrementaba la violencia contra las mujeres y las niñas.
A inicios del 2020 la violencia de género ya era preocupante, en ese entonces la CEPAL publicó que “Al menos 4 mil 91 mujeres fueron víctimas de feminicidio en América Latina y el Caribe, en ese año, pese a la mayor visibilidad y condena social”.
El confinamiento, la desigualdad salarial, el desempleo, la educación en casa, el cuidado de enfermos, niños y ancianos, y las tareas de hogar significaron un retroceso superior a una década, en los derechos y logros que ya habían alcanzado las mujeres.
Por ello es imperante, no volver a cómo estábamos, porque ya era grave la situación, sino a enderezar el rumbo, entender los estudios de género que visibilizan la emergencia y que las naciones y sociedades se comprometan a atenderla. Las estadísticas están a la vista de todos, los análisis lo sustentan, sí ya superamos una pandemia, falta superar la que sigue oprimiendo a más de la mitad de la población.