5 diciembre, 2025

5 diciembre, 2025

La agonía de los partidos

CATALEJOS / MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES

TAMAULIPAS.- Somos testigos en primera fila de la agonía del sistema de partidos políticos tal como lo conocimos.

Los resultados están a la vista de todos.
El principal obstáculo entre la alianza Va por Tamaulipas y los éxitos electorales es, como dice el clásico, que no se han dado cuenta de que no se han dado cuenta: el problema son ellos, el PRI, PAN y el PRD.

Esta debacle se expresa de manera particularmente cruel en el Partido de la Revolución Democrática, que supo ser una alternativa seria de izquierda, una opción real para el sector progresista del país.

Los “Chuchos” que controlan las migajas de ese instituto usufructan una alianza antinatural con el único partido de la derecha que pesa actualmente en el espectro político mexicano.

No deja de ser patético escuchar a líderes que en algún momento supieron encabezar causas de la izquierda nacional, defender con pasión un hueso tan roido.

Cuesta mucho entender qué clase de aportaciones pudo hacer a la campaña de Va por Tamaulipas, un político como Jorge Sosa Pohl, al que el apodo del “Ruso”, le sobrevive apenas como el alias sarcástico del personaje en el que se convirtió.

Pese al despliegue que hizo la dirigencia nacional de ese partido en este rincón del país, apenas les alcanzó para rebasar los 20 mil tristes votos en la elección del 5 de junio.

Los hermanos mayores de esta alianza tampoco gozan de la mejor salud.
El Partido Revolucionario Institucional vive la peor crisis de su historia en Tamaulipas, con una votación tan baja que a duras penas le alcanzó para obtener el tercer lugar, pero lejísimos de la que sacaron Morena y el PAN.

Pasó lo que muchos priístas advirtieron antes de firmar la alianza con Acción Nacional. Los votos no se iban a sumar en automático, por el contrario, en su caso perdieron prácticamente el 50% de los sufragios que habían logrado apenas un año antes.

La conclusión es obvia: los priístas tamaulipecos le dieron la espalda a sus dirigentes que le apostaron a la coalición.

Hoy, el PRI está frente al abismo más profundo que alguna vez pudieron imaginar. Alito Moreno, su presidente nacional, es hoy el político mexicano más cuestionado por sus evidentes actos de corrupción.

Pero él y la estructura dirigencial que armó a su alrededor, se aferran al poder pese al daño evidente que le causan a la alianza cada día que, en lugar de proponerse como una alternativa viable para el país, deben dedicarlo a explicar las tropelías del campechano.

Lo bueno para Alito, y lo malo para la alianza, es que los dirigentes de los otros partidos no van a exigir su renuncia porque ellos tampoco tienen nada que presumir.

A pesar de sus cuentas alegres, Marko Cortés es un perdedor consuetudinario como lo han señalado integrantes de su mismo partido, como el senador Damián Zepeda, o el gobernador de Aguascalientes, Martín Orozco.

Las torpezas de Marko se han reproducido y hasta exponenciado en el comité estatal de Tamaulipas, al que Luis René Cantú “El Cachorro” debió haber renunciado hace tiempo.

El 7 de junio del año pasado, para ser más precisos, cuando amaneció con la noticia de que había perdido los municipios más importantes del estado, la mayoría en el Congreso del Estado, y ni más ni menos que 133 mil votos de los que su partido había obtenido en pleno 2018 cuando arrasó el fenómeno electoral de Andrés Manuel López Obrador.

Hay una explicación para esta debacle del PAN, PRI y PRD: su discurso anacrónico apela a un México que ya no existe.

Por eso, su último salvavidas sería el hallazgo cuasi milagroso de un perfil que no provenga de sus estructuras sino de la sociedad civil, y que sea capaz de enamorar a ese amplísimo sector de la población que no necesariamente comulga con Morena, pero que prefiere la llamada Cuarta Transformación antes que votar por ellos.

El problema es que ya se les está agotando el tiempo.

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