TAMAULIPAS.- Amigo de muchos, cómplice de tantos y aliado del patriarcado, octogenario feminicida fue detenido gracias a la pericia de un policía bancario, el violentador de mujeres intentó huir, pero fue apresado, junto con su ayudante. Un detenido por 12 que, según las estadísticas nacionales, le quitaron la vida a una mujer, ese mismo día.
El reconocido abogado Jesús abatió, con tres tiros a su pareja, Yrma Lydia, con la alevosía y ventaja que el machismo da a un agresor de mujeres. Seguramente no fue la primera mujer agredida por ese sujeto, tampoco sería la primera vez que la violentaría a ella. Él, la mató porque pudo.
La noticia, con sesgo de género, reveló la historia de un hombre anciano y su joven esposa, trascendió que discutían y que, presumiblemente, ello intentaba terminar esa relación, lo dejaría. El juicio social se focalizo en la víctima. Se le cuestionó su relación dispareja en edades y se le responsabilizó de su propia muerte, ya que todo su entorno cercano sabía como era el presunto feminicida, entonces el cuestionamiento fue que hacía la joven con el anciano, y no al revés.
Si se indaga un poco más, se sabe que ese hombre es un individuo violento, corrupto y corruptor de sistema político nacional, con poder económico que le facilitó, a lo largo de su vida, una posición social suntuosa, que busca relacionarse con mujeres jóvenes y que las maltrataba.
Pero acabará sus días, si es que se aplica el debido proceso, purgando condena por un hecho que debió evitarse. Si todo su entorno cercano le conocía su modos operandi con las mujeres, ¿por qué nadie lo detuvo? Porque a ojos de todos esta normalizada la conducta de agresores como él.
Una vez más se alza la voz con el lema “ni una menos”; otra vez la narrativa informativa nos asusta, ninguna mujer esta segura; quizás todos conocemos a algún agresor, siempre están más cerca de lo que aparentan, pero no hay un “ya basta” ante tanta violencia feminicida.
Hoy uno esta preso, pero once o más siguen impunes, cada día.