La mañana de ayer jueves despedimos en el panteón del Recuerdo a nuestro compañero Antonio de la Cruz. Apenas regresamos y nos enteramos del deceso de su hija Cinthia.
Aturdidos aún por la tragedia, por este crimen deleznable, nos asaltan numerosas dudas e interrogantes.
Toño era un hombre intachable, cumplió siempre su trabajo periodístico con un estricto rigor profesional, fue en sus redes un critico severo del poder y en su trabajo como reportero un investigador que se apegó siempre a la verdad.
¿Por su desempeño periodístico le quitaron la vida?
Las circunstancias en que ocurrió el crimen hablan por sí solas
La mañana del miércoles que salió de su casa acompañado de su hija, lo acechaba un sicario a bordo de una motocicleta, armado con una pistola reglamentaria calibre 40, un profesional del crimen que con sangre fría vació el cargador de su mortífera arma sobre nuestro compañero y su hija.
Si concluimos que Toño era un hombre intachable y un periodista experimentado y comprometido con la verdad, no nos cabe la menor duda que el sicario cumplía con una misión asesina. Así lo reconoció, con otras palabras, el propio Fiscal Irving Barrios.
¿A quién le interesaba terminar con el ejercicio periodístico del compañero?
¿Qué mente siniestra planeó y ordenó el asesinato y por qué lo hizo?
¿Sabremos quién lo mató?
En las calles principales que dan acceso a la casa del compañero hay cámaras de largo alcance que debieron captar al asesino cuando emprendía la huida.
¿Será posible que por lo menos sepamos pronto quién es el asesino material?
Sabemos que la Fiscalía General de la República y la Fiscalía General del Estado realizan investigaciones paralelas.
Con toda esta fuerza del Estado, con el involucramiento de la Federación y de la autoridad local en la investigación, habría que preguntarnos:
¿Ahora sí tendremos resultados o sucederá lo que ha pasado con muchos de los crímenes de periodistas de todo el país y de Tamaulipas que quedaron en la impunidad?
Los periodistas esperan respuestas. Su quehacer reclama seguridad y certidumbre.
La irritación social que ha generado este asesinato merece una respuesta pronta y efectiva que sólo puede consistir en la identificación y castigo de los asesinos materiales e intelectuales.
¿Tendrán respuestas claras los tamaulipecos que exigen justicia?
Ya es tiempo de que se ponga un freno a la ola criminal que aqueja a la sociedad y en particular a los profesionales de la comunicación.
Las dudas persisten, la desconfianza es generalizada.
Es hora de ver acciones y respuestas que pongan fin a los días de terror que por largos años hemos vivido
Durante toda esta época en Expreso hemos vivido horas amargas por el embate de la delincuencia contra nuestros compañeros.
Amenazas, levantones, desplazamiento de compañeros que tuvieron que dejar la ciudad para poner a salvo sus vidas, un bombazo que sacudió nuestro edificio en plena jornada de trabajo, restos humanos abandonados en una hielera en la misma puerta de entrada a Expreso.
Tres compañeros -Hector González, Juan Escamilla y ahora Toño de la Cruz-, han sido asesinados por delincuentes que no se mandaban solos.
En ninguno de los casos tuvimos resultados de las investigaciones.
Ya es hora de que nos dejen en paz.
Y sobre todo que se identifique y castigue a los culpables de la muerte de Antonio.
Es hora de exigir la verdad y de decir, ¡ya basta!