TAMAULIPAS.- Todavía en el confinamiento estricto, y con la postura firme de leer más autoras que autores, tarea difícil ya que los “Best Seller” y recomendaciones literarias son escritos por varones y versan todos, sobre sus teorías, prácticas u opiniones, el año pasado leí El Invencible Verano de Liliana, de Cristina Rivera Garza, después de leerlo lo he vuelto a leer y a releer y me he dedicado a acercárselo a las mujeres de mi entorno. Es una lectura urgente y necesaria para todas y todos.
En este libro, la autora narra la corta vida de su hermana, sus experiencias juntas de la infancia y la adolescencia, hasta el momento de los estudios universitarios y el impune asesinato de Liliana; el texto que ha sido expuesto en grandes foros feministas y que la misma escritora ha llevado a festivales literarios para hacer visible un caso de feminicidio que parecería olvidado, recibió el Premio Xavier Villaurrutia, de Escritores para Escritores 2021. Pero por mala fortuna debió compartir la mesa de presentación con otro escritor, Felipe Garrido, que más que presentar la obra, fustigó el documento porque según su óptica machista el personaje feminicida está “opacado”.
Para el letrado, era necesario justificar al asesino, saber más de él, conocer su perfil y darle más proyección, como hacen casi todos los textos de visión masculinizada; De ahí la importancia de conocer la otra mirada, la otra escritura, la de ellas.
Rivera Garza, nacida en Matamoros, Tamaulipas, que actualmente radica en Texas, vino a su natal nación para recoger el premio y compartir en Bellas Artes sus letras; y debió salir al paso de la osadía del escritor, a quién dejo claro que no fue una omisión, ni un despropósito, sino la clara intención de visibilizar a su hermana, y habló de la necesidad de verlas a ellas “conocer sus nombres”, ver que vivieron, para dimensionar la violencia feminicida.
Los asesinos ya tienen “demasiada prensa”, sostiene la autora. También tienen demasiada prensa las voces masculinas, como la que intentó opacar la premiación, los diarios hablaban más de él, como crítico de la obra, que de la autora y su libro.
Por eso, otras escritoras, periodistas y comunicadoras, han salido en su defensa, para hablar más de ellas, Cristina y su hermana Liliana, que no murió, fue asesinada por un hombre, es una víctima de feminicidio.
Desde la publicación del libro, se comenzó en redes una campaña para dar visibilidad a este caso que ocurrió el 16 de julio de 1990, con el “hashtag” o etiquetas “justicia para Liliana” y “justicia para todas”, pero la escritora va más allá y ha propuesto crear un memorial con el nombre de todas las víctimas de feminicidios en México.
La obra que retrata la epidemia de violencia feminicida que, desde hace más de 30 años, se documenta en el país es una reflexión sobre la máxima agresión que sufre una mujer a manos de un hombre. “A mi hermana no la mató un hombre enamorado sino un macho criminal” dice Cristina Rivera Garza, y explica que estos casos quedan impunes porque los siguen catalogando como crímenes pasionales, pero son feminicidios.