TAMAULIPAS.- Recapacitaron y queda como anécdota un intento de acción legislativa que pretendía hacer obligatorio el servicio militar para las mexicanas, apenas se conoció el tema y las primeras en levantar la voz fueron las colectivas, organismos de la sociedad civil, defensoras de los derechos humanos, las feministas; la descabellada idea enarbolaba la bandera de la equidad de género, simulando inclusión, pero fue más una ocurrencia que un motivo de igualdad.
La negación de las mujeres no es ociosa, sí la guerra la hacen los hombres, pues que la peleen los hombres, sí las mujeres apuestan por la continuación de la especie, pues no hay necesidad de convertirlas en belicosas.
Además, como bien apunta Alejandro Hope, analista de seguridad, es una muy mala idea, ya que el servicio militar actual lo realiza de forma efectiva solo el 4 por ciento de los hombres, no hay capacidad en las fuerzas armadas más que para esa minoría.
Otro punto que destaca el periodista especializado en seguridad es que, lo que se requiere es una revisión de este sistema y de las necesidades actuales de la defensa nacional, porque sería un “despropósito” extender el servicio militar a las mujeres, como una simulación.
La participación de las mujeres en este campo está ya reconocida en la ley del servicio militar, desde hace 22 años que se acepta su integración a las fuerzas armadas, de manera voluntaria, pero del 2000 a la fecha, son menos las mujeres que se inscriben para hacerlo, de haber ingresado cerca de 20 mil en aquella fecha, ahora se inscriben por año no más de 800.
Y esta baja en su participación es lo que motivo la idea de hacerlo obligatorio, buscaban paridad en los elementos de las fuerzas armadas. La mala idea no próspero y quedará en anécdota.
Ya se sabe que en otros países las mujeres van a la guerra, pero se forman en contextos totalmente diferentes al nuestro y aun así se conoce de casos de abuso y hostigamiento durante la capacitación y en los campos de batalla.
La guerra, desde que el mundo es mundo, es sostenida en hombros por los hombres, son ellos quienes la planifican, la luchan y la perpetúan, la han usado además como un arma contra las mujeres, reniegan de que solo ellos van al frente de batalla y parecen no entender que las mujeres defienden la paz y la vida, y cuando hay necesidad de su participación van para salvar heridos, alimentar enfermos y preservar la existencia, propia y ajena.
Las mujeres no van a la guerra, ni tendrían porque ir, pero la guerra las alcanza, las persigue, por cuestión de género, desde que se nace mujer se batalla por sobrevivir.
El mundo desigual al que nos enfrentamos todos los días nos obliga a un combate constante contra el patriarcado, estamos en guardia permanente y en defensa de la vida propia, frente al machismo. Luchamos por nuestros derechos humanos, por la equidad en oportunidades, por cerrar la brecha salarial, romper el techo de cristal y despegar los pies del piso doméstico, también estamos en franca competencia por espacios públicos, además de pelear por una vida libre de violencia, porque paren los feminicidios, por alcanzar la igualdad sustantiva y en todas estas luchas parece que vamos solas, juntas, pero cada quien escogiendo sus propias batallas.