TAMAULIPAS.- Como en las demás ciudades fronterizas, en donde el PAN perdió ante Morena de manera contundente, el partido se fue desdibujando en buena parte de los municipios medianos y grandes: En Madero, a Jaime Turrubiates no le alcanzó para ganar y en Altamira, aunque Ciro Hernández traía buenas expectativas, al final se quedó cerca. Solamente Tampico se mantuvo como una ínsula panista en un mar de morenistas.
El contexto sirve para entender la relevancia de la renovación en el partido a nivel local, en donde se busca mantener la hegemonía ante los procesos electorales que vienen en 2024, pero especialmente para afrontar nuevamente el papel de oposición en el ámbito estatal.
En Tampico, el proceso interno se definirá entre la ex dirigente Rosario González, impulsada por los afines al cabecismo y la diputada Nora Gómez, quien es respaldada por la estructura territorial que se identifica con el panismo tradicional, el que ha logrado mantener al puerto fuera del alcance de Morena.
Como se ven las cosas, es altamente probable que Charo González tenga dificultades para conseguir el triunfo porque además de la natural desventaja de enfrentar a la estructura que apoya a la diputada Gómez, tiene en contra el estigma que para muchos panistas porteños significa pertenecer al grupo que maneja el partido teniendo como mandadero a Luis René”Cachorro” Cantú.
Eso puede influir en la decisión de la militancia y hacer que voten por la diputada Gómez, quien de esta manera representa a quienes no están de acuerdo en que se repitan viejos modelos, ineficaces y particularmente, identificados con el los que ya se van. Sin embargo, en 15 días veremos quién se impone en este proceso.
En cuanto a Ciudad Madero, por la forma en que se han estado viendo las cosas y la polarización que se ha detectado, se habla de la posibilidad de que el Comité Directivo Municipal sea degradado y se convierta en una Delegación Municipal, así como la de Altamira.
Esto deja claro que será la dirigencia estatal la que decida si envía a un delegado especial o se designa a alguien de la localidad, para evitar que se tensen más las cosas.
En Madero, la contienda interna pintaba para que se disputara entre el médico Francisco Castañeda Cruz, apoyado por los grupos que lideran Agustín de la Huerta y la familia Morado, mientras que el otro aspirante Sergio Céspedes viene siendo respaldado por una amplia cantidad de nuevos cuadros que le apuestan a la renovación de liderazgos, tratando de cambiar la historia que ha caracterizado al panismo maderense en los últimos años.
¿En qué beneficia al panismo de Madero el que se degrade su Comité Directivo Municipal a una Delegación? En primer lugar, se evitará que la confrontación llegue a niveles que sean difíciles de manejar y que eso derive en una fragmentación mayor a la que ya existe.
La idea es que una vez que las cosas se estabilicen y se logren acuerdos entre los distintos grupos que quieren la dirigencia local, se reconsidere la situación.
LA TRANSICIÓN SE CALIENTA
A dos semanas de que se inicie la próxima administración, aumenta el interés por saber quiénes serán parte del gabinete de Américo Villarreal.
Entre los nombres que se mencionan están los de Dámaso Anaya, Lucía Aimé Castillo, Manuel Muñoz Cano, Héctor “Calabazo” Villegas, Tania Gisela Contreras, Jesús Lavín Verástegui, Adriana Lozano y José Ramón Gómez Leal.
Sin cartera específica, pero con atribuciones para operar asuntos políticos, económicos y jurídicos se habla de Carlos Canturosas Villarreal, Alejandro Rábago y Olga Sosa Ruiz, entre otros. Nadie ve al diputado Erasmo González en el gabinete, a pesar de su protagonismo, precisamente por su relación con el escándalo de los hermanos Carmona. Vamos a ver cuántos aciertan a la lista que se dará a conocer el lunes próximo.
Por lo pronto, ayer los miembros del Comité de Entrega-Recepción denunciaron que sigue habiendo obstáculos en el flujo de la información por parte de la adminstración saliente, que de acuerdo con lo dicho ayer por Jesús Lavín, Tania Contreras y Héctor “Calabazo” Villegas, tiene como propósito retrasar los tiempos para que los que llegan no alcancen a conocer a fondo el estado que guardan los bienes estatales. La transición se calienta más a 10 días del cambio de gobierno.
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