Esta fronteriza ciudad fue fundada el 5 de marzo de 1749 por José de Escandón, Conde de Sierra Gorda, dentro de su plan colonizador de la costa del Seno Mexicano, quedando bajo la advocación de Santa Ana.
En 1750, el misionero franciscano del Colegio Apostólico de Guadalupe de Zacatecas, que tenía a su cargo la misión de Laredo, aledaña a esta villa, construyó el templo de esta misión.
En 1757, la villa contaba con 637 habitantes, gobernados en lo político y militar por Blas María de la Garza, y en lo espiritual, por un religioso del Colegio de Guadalupe. Para ese año, las casas del poblado eran las mejores del Nuevo Santander, construidas en adobe y cubiertas de zacate; había dos de cal y canto con azotea; sin embargo, su templo era aún muy pobre.
La base económica de los colonos era la ganadería y el comercio de la sal con las provincias fronterizas.
EN TIEMPOS DE DON ANTONIO CANALES ROSILLO
El 23 de junio de 1844, el general en jefe de la primera Brigada del Norte, don Adrián Woll, en virtud de que el general graduado coronel Antonio Canales, comandante militar de Camargo, se ausentó de la villa a la aproximación de las fuerzas del supremo gobierno, ordenó de acuerdo a un decreto vigente en la época expedido por el presidente de México, formar la correspondiente sumaria por deserción.
Las acusaciones fueron respaldadas por el testigo, comandante de Escuadrón del regimiento de defensores, don Matías Ramírez, quien declaró ante don Juan Fernández, fiscal del caso.
En los días posteriores el presidente tuvo a bien ordenar a Woll que permitiera que Canales emprendiera su marcha para la capital de la república, con toda libertad y sin embarazo de ninguna clase, ordenando a todas las autoridades que le estuviesen subordinadas, que en el transito le franquearan el paso. Tiempo después fue absuelto.
LLEGAN LOS YANKEES A CAMARGO
Un periódico de la época informaba en agosto de 1846, que mientras en California el gobernador Pío de Jesús Pico y la población de esa entidad estaba indignada por la guerra contra Estados Unidos, las tropas gringas avanzaban sobre la villa de Camargo, Tamaulipas, después de haber ocupado Reynosa, y que se dirigían a Monterrey.
La prensa se mostraba muy entusiasta, y tenía la esperanza que los infames invasores recibieran un escarmiento en la sultana del norte y se estrellaran contra el entusiasmo de sus habitantes y las valientes tropas que la guarnecían la ciudad regiomontana.
Y en efecto, Camargo fue ocupado por el enemigo el 13 de julio de 1846, según informó a Ciudad Victoria la Subprefectura de Mier, indicando que venían a bordo de dos estimbotes, no habiendo arribado a dicha villa más que uno con cosa de doscientos infantes.
Su comandante hizo avisar su llegada a la autoridad local por medio de una comisión, pretendiendo conferenciar con aquella, lo cual obtuvo, pasando a la casa del alcalde primero, acompañado del coronel Keney, que serviría de interprete, presentándole una proclama y manifestándole que ese mismo día llegaría otro estimbot con otros cien infantes y cien caballos por tierra, y que dentro de diez días lo verificaría el general Taylor con fuerzas bastantes para pasar a Monterrey.
EL ARANCEL AVALOS
El 23 de noviembre de 1853, reunido el ayuntamiento de Camargo en su sala de sesiones a fin de tratar las circunstancias que guardaba la población, y en general todos los pueblos de la frontera, tanto por los amagos de una invasión de facciosos, como por las restricciones que sufría el comercio y las represalias a que estaban expuestos.
El alcalde aseguraba que en diversas ocasiones se había manifestado a los supremos poderes de la nación cuales eran los deseos y las necesidades las poblaciones a la orilla derecha del Bravo, habiendo sido la última, la presentada en mano propia al Ministro de Guerra Manuel Robles el 20 de junio de 1852.
En virtud de lo anterior, el ayuntamiento resolvió tomar en consideración que, la voluntad y el interés individual de todos los fronterizos, como gente dedicada a la agricultura y al comercio, era la mayor libertad posible en el ejercicio legal de su industria.
LA BATALLA DE SANTA GERTRUDIS
Esta importante acción de armas tuvo lugar el 16 de junio de 1866 en las inmediaciones de las Lomas de Santa Gertrudis, ubicadas en el municipio de Camargo, entre elementos del ejército republicano al mando del general Mariano Escobedo.
Dicha fuerza contaba aproximadamente con 5000 hombres, entre ellos el comandante camarguense Macedonio Rodríguez de la Garza. Por su parte los imperialistas contaban con 2200 tropas al mando de Feliciano Olvera, en los que había soldados austríacos y conservadores mexicanos. La victoria de las fuerzas jua
ristas fortalecería la moral republicana y seria decisiva para el derrocamiento del Imperio Mexicano de Maximiliano.
Otros de los jefes republicanos fueron los generales Sóstenes Rocha, Jerónimo Treviño, Francisco Naranjo y Servando Canales Molano, los coroneles Joaquín Garza Leal, Miguel Palacios, Francisco Canales y Salvador Fernando de la Cavada y el teniente coronel Emilio Mayer. La tradición oral de esa zona de Tamaulipas cuenta que, antes del asalto hubo una discusión entre Servando Canales y Mariano Escobedo por la forma en que se presentaría combate, pero en eso se escuchó un tiroteo a lo lejos, gritando Canales: ¡Viva Tamaulipas que es tierra de hombres y no como los de Nuevo León…
Esa es gente de Macedonio Rodríguez y no de cabrones como los de Nuevo León! Por tal motivo el general Treviño desenfundó su pistola y le dijo a Canales: ¡En Nuevo León también hay hombres amigo! A lo que Servando le contestó: “Yo no lo digo por usted, sino por este orejón (Mariano Escobedo)”.
POBREZA Y VIOLENCIA EN TIEMPOS DE LA REPÚBLICA RESTAURADA
Un periódico local llamado “La Hoja Liberal de Camargo” decía en sus páginas en enero de 1869 que, el mercado de aquella plaza estaba perfectamente surtido de toda clase de efectos extranjeros como del país, escaseando generalmente un solo artículo, el dinero. En noviembre de 1879, entre el puente de rancherías y la ciudad de Camargo, unos bandidos asaltaron a tres individuos, asesinando a dos de ellos e hiriendo de gravedad al otro.
EN TIEMPOS DE LA BOLA MADERISTAS Y MAGONISTAS OPERARON EN LA ZONA
A mediados de mayo de 1911, el jefe de armas de Mier recibió aviso telegráfico de Camargo, en el que se le informaba que pasajeros llegados de Aldamas, Nuevo León a esa villa tamaulipeca, aseguraban que el cabecilla revolucionario Celedonio Villarreal se dirigía a esos lares.
El destacamento de Mier inmediatamente solicitó instrucciones a las autoridades militares, advirtiendo que en caso que los rebeldes fueran muchos, no tendría más remedio que evacuar al ser reducida su guarnición.
El 19 de agosto de 1911, el capitán primero Adalberto González, comandante del 4º Regimiento en Camargo, recibió la orden del Cuartel General para que practicara un reconocimiento por los lugares donde se decía habían pasado unos individuos que se titulaban “magonistas”.
El capitán González envió a uno de sus oficiales con cuatro individuos de tropa y recorrieron los ranchos El Huizache, Los Sauces, Todos Santos, Palo Blanco y Jarita, obteniendo por las autoridades locales informes de que eran cinco o seis individuos montados y armados, los cuales pasaron por esos lugares siguiendo el derrotero del rio Bravo, pasando al lado americano.
TROPAS DE LUCIO BLANCO OCUPAN LA ZONA
Con la caída de Matamoros en junio de 1913, la permanencia de las fuerzas federales huertistas que ocupaban Camargo se hizo insostenible.
En tal situación, a inicios de julio la ciudad ya estaba en poder de los revolucionarios, con Rafael Sáenz Cuéllar al mando de cincuenta hombres, en tanto Simón Flores se ubicaba en San Miguel de Camargo, con catorce hombres, dedicado al robo de ganado para remitirlo a Reynosa de ahí exportarlo a Texas.
Sin embargo los revolucionarios no estaban plenamente afianzados en la zona, por lo que Francisco J. Múgica, lugarteniente de Lucio Blanco, ordenó el 17 de julio destruir la vía férrea entre Camargo y los Aldamas, pues no quería que se le pudiera meter un tren de pelones procedentes de Monterrey.
Por Marvin Huerta Márquez