Si alguien tiene dudas sobre el desenlace final de la elección de febrero, habrá que repetir lo que tantos y tantas veces se ha dicho: habrá una votación raquítica, jodida, y Morena, a pesar de su mini candidato, ganará la elección porque la marca pesa todavía.
Y aunque el desenlace final de las votaciones ya está más que cantado, de los candidatos solamente se puede decir que han demostrado lo que son: pequeñitos, incapaces de tejer una narrativa convincente y gane quien gane, será un senador más, del montón.
En el plano de la vida real no existen, son políticos de bisutería; sus actos “de masas” son montajes armados con las burocracias partidistas, para las galerías fotográficas o videos que las granjas digitales utilizan para surtir a sus bots de frases empalagosas, aplausos desmesurados y elogios en cadena que exaltan las virtudes artificiales de los aspirantes a senadores.
El candidato que más invierte en esta fantasía digital es José Ramón Gomez Leal, quien engordó sus bolsillos con enormes cantidades de dinero y de poder cuando fue Delegado del Bienestar y pudo meter mano en las aduanas y en el presupuesto federal que manejan algunas dependencias federales todavía bajo su control.
Es un viejo cliente de ciertas empresas que han buscado construirle una imagen de líder de masas a cambio de pagos millonarios realizados en lo oscurito.
Imelda San Miguel es otro tipo de personaje, se desplaza como si recorriera la pasarela de un concurso de belleza o como si fuera a un casting de alguna de las novelas ramplonas de Televisa.
Ella no lo sabe, o tal vez sí, pero sus mecenas le pensaron mucho antes de tomar la decisión de postularla.
Fintearon con la posible candidatura de Francisco García Cabeza de Vaca y aunque nunca tuvieron la más remota intención de registrarlo, aprovecharon la coyuntura para placearlo en las redes sociales en busca de afianzar su imagen porque está obsesionado en aparecer en la boleta en el 2024.
Del Truko ni hablar. Se deslindó desde un principio, lo mismo que Chucho Nader.
El problema era a quién mandar al patíbulo, ni el Cachorro Cantú quiso y en algún momento pensaron en Yahleel Abdala y la entusiasmaron, pero se percataron de sus histerias y la desecharon.
Terminó pagando los platos rotos Imelda y ahí la tiene usted, enviando mensajes en vivo desde su lujoso coche mientras presume con más vehemencia que Arturo Diez, sus recorridos por los municipios.
Mientras tanto Manuel Muñoz sabe que esto es un juego y aprovecha su temporada de recreo para hacer talacha rumbo al 2024, cuando sí querrá jugar en serio, si es que lo dejan.
En fin, esta es una jornada aburrida, con candidatos teatrales o tétricos que se sienten dueños del escenario, y se autonominan personajes glamorosos adorados por los potenciales electores.
Mientras tanto los tamaulipecos los ven de soslayo y bostezan. Se los topan en las redes y cambian de página, o se brincan al post siguiente, y con pena los ven echar maromas y balbucear frases vacías en reels o tik toks que serían la envidia de la india Yuridia.
La conclusión final de esta jornada electoral se resume en dos frases:
Esta no es una jornada polarizante.
Tiene más bien un efecto paralizante.
UN MES COMPLICADO
Más allá de los usos políticos que algunos políticos panistas dieron a la muerte de la maestra Nena Lavín Montemayor, habría que mencionar que el Fiscal Irving Barrios tiene ahora sí un gran reto.
El reclamo de justicia es generalizado e Irving tiene un gran paquete encima pero ahora sin el blindaje que le permitió transitar en el anonimato los seis años de gobierno panista.
Por cierto, el 20 de enero se cumple un año más de la masacre de Camargo, con todo el negro trasfondo que la Fiscalía de Barrios y la Fiscalía de Gertz Manero nunca supieron esclarecer totalmente. Ya toca.