Las fuerzas especiales son tan viejas como las corporaciones civiles y castrenses de todo el mundo. Constituyen, en esencia, grupos de élite reclutados entre los elementos más aptos y después capacitados de manera intensiva para realizar tareas muy difíciles que el policía común o el soldado regular no harían.
En Tamaulipas como en todo el mundo, su calificación radica en el desempeño observado. Si en verdad (1) sirven a la sociedad, actuando en su defensa, o bien (2) son puestos al servicio de un mandatario venal que las emplea para combatir a sus enemigos políticos o, todavía peor, (3) se comportan como el brazo uniformado de la delincuencia.
Extorsión, secuestro y todas esas cosas, incluyendo las brutalidades cometidas contra las caravanas de centroamericanos que encuentran la muerte al no querer o no tener con qué pagar el cobro de peaje. La cuota de paso.
El pasado 22 de enero se cumplieron 2 años de la masacre en Camargo, perpetrada por policías de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) estatal, en su mayoría adscritos al Grupo de Operaciones Especiales (GOPES).
Solo de manera teórica se podría decir que eran agentes de la SSP tamaulipeca. En realidad, operaban al margen de la jerarquía formal, en línea staff con el Jefe del Ejecutivo. A las órdenes directas del señor CABEZA DE VACA.
Lo de Camargo fue un suceso de alto impacto por su crueldad manifiesta y el número de víctimas, 19 cuerpos calcinados. Problema internacional que alertó a los gobiernos de Guatemala y El Salvador, para tocar de inmediato las puertas de Cancillería. A querer o no, CABEZA tuvo que actuar.
PROTECCIÓN MUTUA
Formalmente se habla de 12 efectivos detenidos por homicidio, abuso de autoridad y falsedad en sus informes, entre otros delitos. No hay justicia todavía porque a la rapidez de las capturas, le siguió el estancamiento actual.
El tiempo se hizo denso, los abogados de los agresores se han encargado de empantanar los procesos con toda suerte de artilugios legaloides. Tortuguismo deliberado
Las familias de las víctimas son gente pobre que vive fuera del país, lo cual dificulta el manejo a distancia de la acción legal y otorga ventaja a los criminales uniformados los leguleyos a su servicio.
Y algo muy importante, el cabrón silencio que impera entre los acusados, impidiendo que la investigación avance a niveles más altos dentro de la cadena de mando. Se tiene a los autores materiales, pero no se avanza más arriba.
Mutismo que recuerda, en buena medida, la vieja regla siciliana de la “Omertá”. Ley del silencio, código de honor entre mafiosos.
Juramento y compromiso de no incriminar ni a colaterales ni a superiores jerárquicos, como sería el caso del fundador y entonces comandante de los GOPES, FELIX ARTURO RODRÍGUEZ, entre otros.
Cerrar el pico y aguantar callados, con la vista fija en el mediano plazo, cuando la indignación mediática sea historia, el caso se enfríe y puedan ser rescatados mediante alguna triquiñuela jurídica.
NEGRO HISTORIAL
Una nota del desaparecido colega laredano PRIMITIVO LOPEZ consignaba en agosto del 2021 que RODRÍGUEZ “se encuentra sujeto a investigación en varios expedientes federales por los delitos de tortura, extorsión, secuestros, privación ilegal de la libertad, desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales”, tanto en México, como en Estados Unidos.
Añadiendo la fuente sobre el mismo personaje que “a raíz de un plagio a un funcionario federal en el año 2013, la INTERPOL emitió una ficha roja A57716/9-2013, por una investigación por secuestro en Puebla.”
Desde luego, nada de ello impidió que FELIX ARTURO se convirtiera en el brazo armado del exgobernador CABEZA DE VACA. Algo parecido a lo que fue GENARO GARCÍA LUNA con FELIPE CALDERÓN HINOJOSA.
El mismo colega calificaría a FELIX ARTURO como “responsable de una estrategia de seguridad sesgada y sangrienta, que ha provocado un incremento en la violencia en Tamaulipas.”
Por cierto, menos conocida es una masacre anterior, igual de sanguinaria, que se registró dos años atrás, en el poblado Valles de Anáhuac, municipio de Nuevo Laredo, el 5 de septiembre de 2019, donde la policía estatal reportó inicialmente haber abatido a ocho delincuentes.
Los familiares de los muertos demostrarían después de manera fehaciente que los implicados fueron sacados de sus casas, golpeados, torturados, los vistieron con uniforme para hacerlos pasar por sicarios y luego asesinados. Los medios insistieron entonces en que la orden provino del gobernador.
RENOVACIÓN EN PUERTA
Es noticia que el nuevo gobierno de AMÉRICO VILLARREAL dispuso la desaparición de los siniestros GOPES, creando en su lugar una instancia a la que nombran como Fuerzas Especiales de la Guardia Estatal.
El general secretario SERGIO CHÁVEZ GARCÍA anunció lo anterior, tras ordenar una limpia de mandos intermedios y superiores. Amén de pronunciarse por el estricto apego al protocolo sobre el uso de la fuerza y la ya conocida promesa del respeto a los derechos humanos.
Poco se abunda sobre el flamante titular de dicho cuerpo de élite. Solo que se llama JOEL PORTILLO y tiene por precedente el haber sido miembro de fuerzas especiales militares, sin precisar cuándo ni dónde ni qué capacitación trae.
El desafío es grande en ambos, el general CHÁVEZ y el propio JOEL, para pensar que las buenas intenciones van más allá de un cambio de nombre.
Que no se trata de una simulación, con borrón y cuenta nueva incluidos. Que la limpia de mandos conlleve asimismo una depuración en materia de procedimientos.
Y, por supuesto, un control de confianza lo suficientemente estricto para impedir las complicidades con el hampa que prevalecieron en tiempos de FELIX ARTURO RODRÍGUEZ.
Aunque sigue pendiente la investigación de los crímenes en Camargo y Valles de Anáhuac. Pobreza de resultados en ambos casos. En efecto, priva la OMERTÁ.
Parecería que nadie quiere levantar la mira hacia las autoridades que dieron las órdenes. También en esto se necesita voluntad política y muy firme.
Por Carlos López Arriaga
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