En menos de dos semanas los tamaulipecos volverán a las urnas, en condiciones muy distintas a las del 5 de junio del año pasado.
Puede ser un lugar común, pero es cierto: Tamaulipas es muy diferente al de hace ocho meses.
Las condiciones políticas de la entidad son otras, y eso se ha hecho evidente en esta campaña descafeinada que culminará el 19 de febrero con la votación para elegir a quien ocupará la curul que dejó vacante el senador Faustino López.
Acaso lo más llamativo sean las circunstancias en las que el PAN acude a este nuevo compromiso electoral.
Las fracturas hacia el interior del partido son la principal causa por la que Imelda Sanmiguel llega a la recta final del proceso prácticamente sin esperanzas de conseguir un triunfo.
Basta ver la falta de entusiasmo con la que la mayor parte del panismo ha acompañado su candidatura.
Salvo por los incondicionales del cabecismo con sede en la ciudad de Reynosa, en el resto de la entidad no se perciben mayores apoyos para la diputada con licencia.
Si a eso se suma el titubeante respaldo de su dirigente nacional, Marko Cortés, y la siempre desatinada conducción de “Cachorro” Cantú, más las visitas de “figuras” nacionales como Xóchitl Gálvez y próximamente Margarita Zavala, el resultado es una catástrofe electoral para la originaria de Nuevo Laredo, a quien tampoco se le ve el empuje que demostró cuando presidió la Mesa Directiva del Congreso.
Sobra decir a que sus compañeros de armas también llegan más disminuidos a esta batalla.
A los priístas y sus 60 mil votos en la última elección sólo se les puede pedir un poco más que a los tristes perredistas que arrastran sin empacho el nombre de un partido que alguna vez supo ser la opción de una izquierda progresista para el país.
La gran diferencia pues, entre esta alianza y la que compitió apenas hace unos cuantos meses por la gubernatura de Tamaulipas es que no tienen detrás el soporte económico y político de todas las instituciones del Estado que se volcaron sin pudor -y sin éxito- para hacer ganar al “Truko” Verástegui.
Las cosas han cambiado mucho en muy poco tiempo, también para Morena.
Aún muy lejos de consolidar una estructura partidista sólida, el partido de la 4T lleva las de ganar en la próxima elección porque pese a todo, las tribus que lo integran -incluso las más beligerantes- se han mantenido unidas en torno al mismo proyecto político.
Falta ver lo que ocurra conforme se acerque el 2024 y llegue la hora de pelear las candidaturas, pero por lo pronto su ascenso al poder en Tamaulipas trajo disciplina partidista.
Para el próximo proceso electoral, en el que se disputarán cientos de cargos de elección popular en el estado de Tamaulipas, Morena tendrá su verdadera prueba de fuego.
A su favor juega el proceso de debilitamiento en el que han entrado los partidos de oposición, empezando por Acción Nacional.
Por Miguel Domínguez Flores