El lucrativo robo de cables de cobre del Metro, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Telmex, que autoridades atribuyen al crimen organizado para su venta, y que afecta el servicio o pone en riesgo a miles de usuarios en el país, ha crecido un 306 por ciento en los últimos cinco años, de acuerdo con cifras del Secretariado de Seguridad Pública.
Por su parte, la CFE reportó en sus 16 divisiones de norte a sur mil 208 kilómetros de cables de cobre robados de 2015 a 2020, sobre todo en la zona Centro Oriente y Valle de México, lo que suma un daño económico por 273 millones 800 mil pesos. Ante ello la empresa pública ha interpuesto 2 mil 668 denuncias, de acuerdo con datos de la Unidad de Transparencia de la paraestatal.
ROBO AL MÁS RICO DE MÉXICO
Los grupos delictivos organizados no se han limitado a los cables de cobre de la CFE y del Metro, claves para los sistemas de energía, de control de trenes y de comunicaciones del transporte colectivo. También han recurrido a los cables de empresas de telecomunicación como Telmex, hecho que —ante diversos reportes de fallas en el servicio— ha orillado a la empresa del magnate Carlos Slim Helú a comenzar un proyecto de transición total hacia fibra óptica en la Ciudad de México.
En los últimos dos años, a Telmex le han robado de la vía pública cerca de 5 millones de metros de cable de cobre, lo que representa 2 mil 481 toneladas del metal, el cual se funde en chatarreras para después ser comercializado, incluso en el extranjero, informó la compañía al diario El Financiero el año pasado.
En ese periodo, la empresa de Slim interpuso 30 mil 456 denuncias ante las autoridades e informa periódicamente al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) sobre este siniestro que le genera quejas de servicio a diario.
MODUS OPERANDI EN EL METRO
El robo de cables con cobre del Metro de la Ciudad de México, si bien no es la única causa de siniestros y fallas diarias en el servicio, al ser el metal rojo un conductor de electricidad, provoca la interrupción de los sistemas de energización y comunicación, y la sustracción del cable de señalización puede derivar en incendios.
¿Si se abate el robo de cable, el Metro resuelve sus problemas? —se le cuestionó al director general.
—En parte ese es uno de los problemas, no es el 100 por ciento, pero ayuda y coadyuva a tener una operación mucho más continua en términos de energía y señalizaciones.
Los grupos organizados, se explicó, tienen conocimientos de dónde, cuándo y qué cables cortar a lo largo de los más de 200 kilómetros de vías del sistema. Su modus operandi puede ser de dos formas: durante las noches, cortar la malla ciclónica de las estaciones superficiales cuando, se sabe, los sistemas están desenergizados o ingresar por registros externos al Metro como alcantarillas.
Donde hay más reportes de sustracción es en la Línea 2, entre Cuatro Caminos y Panteones, y entre Xola y Taxqueña; en la Línea 3 entre Indios Verdes y La Raza; en la Línea 5, entre el Instituto del Petróleo, Valle Gómez, Aragón y Oceanía; en la Línea 1, entre Pantitlán y Guelatao; y en la Línea B, entre Ciudad Azteca y Bosque de Aragón.
Durante la conferencia de prensa, el Ingeniero Calderón mostró que el cable más robado es el de alta tensión (rojo de ocho kilos cada metro) que alimenta las subestaciones de rectificación, las cuales a su vez alimentan la energía para los trenes y alimentan también la subestaciones de fuerza y el alumbrado.
El otro cable (negro) es el de alimentación de tracción, un cable muy importante para el movimiento de los trenes. También mostró el cable de señalización (cablecitos), que tiene 28 pares de cables pequeños de cobre y resaltó la dificultad de su adquisición y reparación.
Durante la conferencia de prensa, el Ingeniero Calderón mostró que el cable más robado es el de alta tensión (rojo de ocho kilos cada metro) que alimenta las subestaciones de rectificación, las cuales a su vez alimentan la energía para los trenes y alimentan también la subestaciones de fuerza y el alumbrado.
El otro cable (negro) es el de alimentación de tracción, un cable muy importante para el movimiento de los trenes. También mostró el cable de señalización (cablecitos), que tiene 28 pares de cables pequeños de cobre y resaltó la dificultad de su adquisición y reparación.
“Los chatarreros lo compran en 160 pesos el kilo, pero seguramente hay una organización delictiva más sofisticada”, coincidió.
Dado que desde enero de este año se han incrementado estos robos, se solicitó el apoyo de elementos de la Guardia Nacional. Además, trabajadores del Metro realizan entre 60 y 90 descensos nocturnos programados a las vías para mantenimiento, momento en el que el grupo de seguridad chequea que el personal que ingresa a los túneles sea acreditado y previamente registrado por el Puesto Central de Control para evitar que una persona ajena al sistema pueda introducirse.
Asimismo, ya tienen georreferenciados los registros externos del sistema (como alcantarillas) y se han sellado con cemento los sitios por donde podría ser factible la irrupción y robo de cable; además se reforzó la vigilancia con las cámaras del C5 y se planea la instalación de 3 mil 500 cámaras externas en las subestaciones de rectificación, vías y los túneles.
CON INFORMACIÓN DE SIN EMBARGOMX