Desde hace algunos años, el sistema democrático mexicano avanza sin remedio a la pulverización de los partidos tradicionales.
No es un fenómeno privativo del país, ni mucho menos. De hecho, estas circunstancias han modificado los mapas políticos de buena parte de Latinoamérica.
Las narrativas están desgastadas, las ideologías apenas se distinguen en un mar de alianzas y coaliciones.
Tamaulipas, como microlaboratorio de las tendencias y las condiciones de la vida pública nacional, es una buena muestra de esta crisis partidista.
El derrumbe del priísmo monolítico en un contexto hiperviolento que incluyó el asesinato de su último candidato ganador -fue el nombre de Rodolfo Torre Cantú el que apareció en la boleta de la elección que llevó a la gubernatura a su hermano- significó el principio de una debacle institucional de los partidos que aún hoy presenciamos.
No fue el destino el que arrasó con esa forma de hacer política, sino décadas de errores que los trajeron hasta este punto sin retorno.
A la debacle priísta, no sobrevino el fortalecimiento de Acción Nacional que llegó al poder estatal con sólido capital político y lo dilapidó en menos de seis años.
Para la mitad del sexenio anterior, el grupo político que tomó el control del partido ya se había distanciado de importantes actores regionales, y sobre todo, de los grupos de mayor arraigo blanquiazul.
La dirigencia de Luis René Cantú, “El Cachorro”, sostenida con alfileres por Ismael García Cabeza de Vaca es un reflejo de la decadencia institucional del PAN, que no es muy distinta a la situación que vive ese partido en el ámbito nacional con la presidencia del Comité Ejecutivo en manos de un político del nivel de Marko Cortés.
La purga interna que ahora mismo sacude a Acción Nacional en Tamaulipas es el preámbulo de una larga noche.
En estas condiciones, el PAN camina firme hacia un debilitamiento igual o peor al del PRI que deambula como tercera fuerza política, siempre a expensas de una alianza que le permita no caer más bajo.
Así, no resulta difícil explicar la irrupción del Movimiento de Regeneración Nacional al que todavía cuesta trabajo catalogar como partido.
Se trata de una fuerza política cuya existencia se define en principio por la presencia de Andrés Manuel López Obrador.
El 2024 será la clave para dimensionar la trascendencia de Morena más allá del presidente.
Por lo pronto, todo hace indicar que el domingo el PRI y el PAN habrán dado un paso más hacia la irrelevancia política en Tamaulipas.
Las delegaciones
Es cuestión de días, quizás horas, para que se oficialice la llegada de Carlos Canturosas a la delegación del Infonavit y de Felipe Garza Narvaez a la de la Secretaría de Gobernación.
El tablero de la función pública en Tamaulipas se seguirá moviendo durante los próximos meses.
Por Miguel Domínguez Flores