El día 19 de febrero participe por primera vez como funcionario de casilla en un proceso de votación, debo de decir que cuando recibí el entrenamiento me pareció muy interesante, y me causo cierto temor de no poder hacerlo bien. Nos dieron capacitación y un instructivo donde se indica a detalle lo que hay que hacer, lo leí y releí la noche anterior a la elección.
Por la mañana, a las 07:30 horas ya estábamos todos, excepto uno en el lugar. Había 3 casillas, la básica y dos contiguas cada una con 7 personas para atender a los votantes, en nuestro caso éramos una presidenta,
un secretario dos escrutadores y 3 suplentes generales. Me dio gusto ver quiénes eran, casi a todos los conocía. Un vecino con el que yo salía a caminar, otro que era simpatizante del mismo equipo de futbol, la pareja de mi cuñado, y así. Me dio confianza y tranquilidad.
También ya se encontraban ahí los representantes de los partidos y otros observadores. Todos debidamente acreditados. Nadie que no estuviera autorizado a estar en el lugar se presentó.
Mis compañeros tenían experiencia, ya habían fungido como funcionarios de casilla anteriormente 2 o 3 veces. Empezamos a armar las casillas para votar, a sacar toda
la papelería, lista de electores, boletas debidamente foliadas que contamos antes de la elección y el secretario dejo asentado en el acta correspondiente, sello para marcar quienes habían votado en la lista de electores, tinta indeleble, armamos la urna, etc.
A las 08:02 llegó el primer votante, un vecino cuya hija había trabajado conmigo, le pedí un poco de paciencia y muy correcto me indicó que no había problema. Finalmente, a las 08:40 iniciamos, debido a que uno de los compañeros llegó un poco tarde.
Pasó mi vecino a votar, mostro su credencial de elector, el secretario lo buscó y encontró en la lista, la presidenta le dio una boleta para que votara, fue a la casilla y lo hizo de forma secreta, salió y la depositó
en la urna, se acercó conmigo y le aplique la tinta indeleble, el otro escrutador marco su credencial para dejar también en ella, no solo en el dedo de la persona, la marca de que ya había votado, y se retiró.
Esto se estuvo repitiendo durante todo el día. Hubo personas que llegaron a votar sin que les correspondiera, por lo que las direccionamos hacia la casilla que
le tocaba. A uno de los representantes de los partidos no le tocaba esa casilla, pero teníamos el oficio de que el iba a estar ahí, y eso lo facultaba para votar en la casilla. Nadie puede votar si no esta autorizado a hacerlo en la casilla que lo hace.
Dieron las 18:00 h y se cerró la casilla, ya no había votantes pendientes de pasar, si hubiese habrían votado.
La presidenta anuló los votos sobrantes, el secretario contó las personas que habían votado y se habían registrado en la lista
y verificó el número contra el número de folios, el otro escrutador y yo clasificamos y contamos los votos por partido y coalición, Ni hubo votos nulos.
De pronto, el secretario puso cara de preocupación, había una diferencia de un voto, 162 votantes vs 163 votos utilizados,
los volvió a contar y nuevamente se dio la diferencia. Nos preguntó al otro escrutador y a mí, cuantos votos habíamos contado, 163 dijimos, ya la cara le reflejaba algo de pánico, en ese momento le recordó la presidenta que uno de los representantes no estaba en la lista porque el había votado con un oficio, ¡uf! que susto. Al seguir el procedimiento, nos dimos cuenta de que más tarde había que incluirlo. Todo esto fue atestiguado por los observadores y los representantes de los partidos. A pesar de este detalle, mis compañeros mostraron gran experiencia y mucho profesionalismo. Aprendí mucho de ellos.
Terminó de llenar las actas y les pregunto a los representantes de los partidos si había algún comentario para que las firmaran. No hubo comentarios y las firmaron, en ellas ya constaba el número de votos por partido y coalición y todos los ahí presentes firmamos aceptando los números. Se dieron copias de las actas a cada uno de ellos.
Llenamos un cartelón grande con la información de la votación obtenida por partido y coalición y se puso afuera para que la gente pudiera conocer los resultados.
En ese momento habíamos terminado nuestro trabajo. La votación había terminado, todos los interesados habían atestiguado el proceso, estaban de acuerdo con los resultados, tenían actas que los ratificaban y había una publicación hacia el exterior. Me dio tristeza la baja participación, alrededor del 28%.
Me sentí satisfecho y orgulloso de haber participado, aunque No había manera de que alguien hiciera fraude. Tenemos un gran sistema para votar, robusto, confiable, operado por los ciudadanos. Hay que cuidarlo, vale la pena, es una de las grandes cosas de las que nos podemos sentir orgullosos. Hay que protegerlo.
POR FRANCISCO DE ASÍS