Yuriria Iturbe Vázquez, lideresa de MORENA y el dirigente del PRI en Tamaulipas, Carlos Solís Gómez, están desaparecidos. La primera, ni idea tiene de cuál es su tarea en los escenarios actuales; el segundo, no encuentra la brújula por la pérdida de su militancia y los ingresos pecuniarios que en tiempos dorados disfrutó el tricolor a pasto.
Paradójicamente, el conductor del PAN, el Cachorro Cantú -el más debilitado de todos- se le ha visto con mayor actividad. (Con todo y que los resultados de esa movilidad no sea en favor y en abono para su organización política).
Lo más deplorable del sistema de partidos, no son las filosofías de cada agrupación; no, hoy por hoy, lo más preocupante de esa urdimbre de entidades públicas, es la ausencia de hombres y mujeres con destrezas para representarlos.
¿Podríamos imaginar un debate entre ese trío?
¿Veríamos un intercambio de ideas, lúcido y enriquecedor de esa triáda de nulidades?
Solís Gómez, le tocó bailar con la más fea: arribó al CDE del Institucional, en tiempos de sequías y de precariedades; y para acabarla de amolar, los priistas decidieron emigrar o al PAN o a MORENA, dejando al que fue el primer partido de Estado del país en la más triste de las orfandades.
Tan oscuro se ven los futuros del PRI tamaulipeco y su dirigente, que ni siquiera la triunfal marcha en defensa del INE y su gerentes, les proporciona oxígeno.
¿Qué futuro le depara a Solís Gómez?
Hasta una diputación local plurinominal, será una proeza. Con apenas 30 mil votos en la última aventura electoral, en el estado, el tricolor no representa valor como aliado; al contrario: muchos de sus más relevantes militantes son impresentables.
¿Las razones?
Fueron calcinados, de tan cerca que operaron los negocios sucios de Yarrington, Geño o Egidio.
En el remoto caso que obtuviera la curul por la ruta de la Representación Proporcional, su destino sería estar silente y somnoliente en la curul, escuchando a otros valientes y osados legisladores que subirán a tribuna.
El Cachorro, ya dio todo lo que podía dar.
Con más desaciertos que aciertos, en su vida parlamentaria, se fundió al enchufarse a uno de los actores políticos más perniciosos que han activado en el sistema político tamaulipeco en toda su historia: Francisco García Cabeza de Vaca.
Se avisora del todo complicado, que pueda repetir como diputado; en su tierra Reynosa, es más que repudiado por sus propios correligionarios. Y una diputación federal, se ve lejana para un cuadro de tan poca luz y de muy poca monta.
Solís Gómez, no es tan mal dirigente del PRI; han existido peores.
Le lleva ventaja el Cachorro: es indiscutiblemente, el peor líder panista de su historia en la entidad. Lo dice, su bajo desempeño y sus desastrosos resultados en las batallas electorales que le tocó conducir.
De la dama Iturbe Vázquez, muy poco se puede decir.
Aún no muestra su destreza en las guerras electorales; a lo sumo se le puede juzgar por la narrativa que le han construido los reporteros. Y ese discurso, posee la manufactura de una dirigente de colonos -con todo respeto, toda vez que estamos hablando de una representante del partido en el gobierno-.
Se ostenta como profesora, pero ni el perfil de educadora le aparece por ningún lado.
Aquellos legendarios días de Ernesto Guajardo Maldonado, Paloma Guillén Vicente, Jaime Báez Rodríguez, Eliseo Castillo, Antonio Martínez Torres -en el PRI-; Leonor Sarre Guerrero, Ángel Camargo, el Chivo Mejía, Francisco García Lozano -en el PAN- y en la izquierda, Elpidio Tovar de la Cruz, Pedro Alonso Pérez, Rafael Rodríguez Segura, como Las Golondrinas de Bécquer, no volverán.
Tristes las calaveras del PRI, del PAN y de MORENA.
Por José Ángel Solorio Martínez