Los resultados de la elección extraordinaria le dieron al gobernador Américo Villarreal mucho margen de maniobra para el 2024.
Sobra decir que el del próximo año no será un proceso sencillo: la polarización política llegará a su punto máximo en los próximos meses, porque está en juego es el modelo de país.
Ese choque con la oposición patrocinada claramente por poderosos empresarios deseosos de volver al anterior régimen, pero también respaldada -es ocioso negarlo- por ciertos sectores ciudadanos, será muy complejo.
Similar en muchos sentidos a lo que ya vivió Tamaulipas el año pasado con una elección de Estado, en la que el PAN y sus aliados hicieron todo lo posible, incluidas toda clase de marrullerías y atropellos legales, para aferrarse al poder.
Por eso, la apabullante victoria del pasado 19 de febrero fue una especie de remanso de paz para la Cuarta Transformación.
Tanto que el presidente López Obrador la presumió dos días seguidos en su conferencia mañanera.
Los 50 puntos de diferencia que sacaron Morena-PT contra la alianza Va por México son oxígeno puro para el proyecto político de Américo Villarreal y una loza pesadísima para lo que queda del PAN, que apenas pudo obtener 101,868 votos.
Se engañan a sí mismos los panistas que pretenden minimizar la derrota por haberse tratado de una elección extraordinaria.
Lo que evidenció este proceso -que fue exigido por los senadores del PAN- es que ese partido entró en un grave proceso de descomposición en Tamaulipas, que no cesará hasta que los cabecistas renuncien a su control.
En cambio, se confirmó que en la entidad Morena llegará a la elección con una inercia favorable.
Tras el más reciente triunfo en las urnas, los diferentes liderazgos de la 4T se reagruparon y una vez más lucen en la misma sintonía para enfrentar lo que viene.
Quitarán otro candado
Ayer no se pudo planchar en el Congreso el acuerdo para que al menos 24 diputados votaran a favor de echar abajo el candado que obliga a que la mayoría de los ayuntamientos avalen las reformas constitucionales.
Esta fue una de las últimas maniobras de la anterior Legislatura liderada por Gerardo Peña, por órdenes de su jefe, el entonces Gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca.
Si se considera el apoyo de Gustavo Cárdenas y de las diputadas expulsadas de la bancada panista, al grupo parlamentario de Morena todavía le faltan cuatro votos, que podrían salir del PRI y de algún otro legislador disidente de Acción Nacional.
No será fácil -ayer todo estaba listo y alguien se echó para atrás- pero desde el Legislativo y desde Palacio de Gobierno afirman que tarde o temprano, derribarán ese cerrojo que los panistas aplicaron a la Constitución de Tamaulipas.
Alito y los priístas
No deja de ser curioso ver a los priístas apoyar el claro agandalle protagonizado por su impresentable dirigente nacional para quedarse hasta el 2024 al frente del Comité Ejecutivo.
Raya en lo grotesco que esta encendida defensa de Alito Moreno se dé 24 horas después de su participación en las manifestaciones y concentraciones que realizaron “en defensa de la democracia”.
Por Miguel Domínguez Flores