Doctor en derecho, autor de 18 libros, de talante reflexivo, cortés, pensante, dos veces senador, tres veces diputado, exjefe delegacional, la mala noticia es que el hombre ya extravió su camino. Se salió de carril, se perdió, se le rompió la cuerda a su papalote, se le escapó el cometa.
En algún momento de este largo peregrinar por el túnel del tapadismo, RICARDO MONREAL ÁVILA hubo de enfrentar una tortuosa colección de episodios que como líder senatorial lo rebasaron. Cargo difícil el suyo.
Ese malabarismo de “acata pero mantente en tu postura” es más fácil de ejercer en dependencias como cancillería o la jefatura del gobierno capitalino.
Pero no en la presidencia del Senado, donde fluyen las decisiones centrales del Ejecutivo y hay poco espacio para la ambivalencia, las ambigüedades no caben, se notan, hacen ruido. O la sirve o la derrama.
En la cámara alta, tarde que temprano la “real politik” se impone, a rajatabla y su operador en jefe es MONREAL, pues para eso lo pusieron. Esta es su misión, procesar, llevar a buen fin, legitimar y cohonestar todo lo que le manden.
No están exentas las otras dependencias de ello, aunque justo es señalar que tanto CLAUDIA como MARCELO operan con un margen más amplio de maniobra.
Les toca a veces recular hasta topar espalda con barda para alcanzar los batazos profundos que les mandan desde Palacio. O, dicho en términos futboleros, apretar el paso tras los pases largos y las “pelotas a correr” cuya recepción exige un sprint sofocante.
Pero las divergencias con el jefe máximo son poco visibles y (dado el caso) se suavizan con una dosis extra de esfuerzo. No es el caso de MONREAL cuyo terreno es básicamente de definiciones, con todos los reflectores encima y en diaria cohabitación con el enemigo. El ramillete amplio de adversarios.
Espacio árido, reclamos directos de las oposiciones si lo ven que saluda con una mano y vota con la otra. Si se muestra comprensivo, empático, receptivo hacia los argumentos de las bancadas, pero en los hechos impulsa lo contrario.
CALLEJÓN SIN SALIDA
Sus partidarios opinan que se ha tardado mucho en romper. Decisión difícil, más sencilla de formular que de realizar con éxito. O en todo caso, aventura costosa en su implementación y con un alto grado de incertidumbre.
Cuando rompió MONREAL en 1997 con el PRI, tenía una inmensa red protectora, nada menos que el PRD del ingeniero CUAUHTÉMOC CÁRDENAS, quien lo recibió con los brazos abiertos y lo impulsó con firmeza hacia la gubernatura de Zacatecas. El mejor PRD, por cierto, el de los noventas.
Hoy no sería tan fácil, en principio porque no tiene a dónde ir. Se quedaría sin la estructura de la aplanadora guinda, acaso fuera adoptado por organismos menores como Movimiento Ciudadano o (tal vez) el Partido del Trabajo.
Pero el PRI y el PAN lo ven con desconfianza por su esfuerzo de años como instrumentador riguroso de reformas que ellos detestan. La mayoría con el apoyo de RICARDO, salvo pequeñas excepciones en donde difiere ligeramente.
¿Cuántas veces habrá sacado su veinte (abstención básicamente) de los proyectos obradoristas votados en su cámara?, dos o tres, entre medio centenar.
Finalmente, hoy que podemos entrever la película completa de su desempeño, MONREAL soñó con fincarse una imagen de disidencia “light”, enfocada sobre todo a los aspectos formales, pero coincidiendo con AMLO en los asuntos de fondo, en lo fundamental.
Por supuesto, su estilo correcto se notó y agradó, aún entre los más severos críticos del obradorismo, pero a la postre resultó insuficiente. Bocado pequeño que jamás llenaría expectativas tan amplias.
Situación difícil la suya porque tampoco el camino de la ruptura se le presenta franco. ¿Con quién se iría, qué le quedaba si salía?, ¿un lugar en la mesa de ALAZRAKI?
Aún sus pequeñas (y siempre educadas) divergencias, lo han expuesto a la ferocidad de las redes morenistas. Ese efecto triturador que se activa en automático contra quien se desvíe un centímetro de la línea marcada.
Lo interesante es que MONREAL ya lo sabía desde el arranque sexenal. Y además lo confirmó cuando ANDRÉS MANUEL lo dejó fuera en su primera lista de “corcholatas”, revelada precozmente en su conferencia matutina, aquel lunes 12 de julio de 2021.
Algo que acaso subestima. Cierta duda que siempre ha descansado en los procesos sucesorios, desde las monarquías antiguas: ¿un aliado (colateral, coetáneo) puede cubrir las espaldas de su antecesor mejor que un discípulo, un hijo político?
Los notarios saben mucho al respecto. Los forcejeos más crueles en la disputa por un bien se dan entre colaterales. Lucha sin cuartel, de arrebatinga para arriba.
Y bueno, para la lógica presidencial, RICARDO está lo suficientemente bien pagado con la presidencia del senado, la gubernatura de Zacatecas para su hermano DAVID y la alcaldía de Fresnillo donde manda el otro hermano, de nombre SAÚL. Bendecidos todos por el Santo Niño de Atocha, antigua devoción regional y familiar.
POR CARLOS LÓPEZ ARRIAGA
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