Hace cinco años, desde la Jefatura de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera platicaba con el entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, sobre el futuro político de Ricardo Monreal, brutalmente aplastado por Morena en su proceso interno.
El zacatecano había participado en la encuesta de su partido para definir la candidatura del Gobierno de la Ciudad de México y todos los sondeos lo daban como el favorito para imponerse a Claudia Sheinbaum, Martí Batres y Mario Delgado.
En todos, menos en uno… ¡el del entonces presidente de Morena, Andrés Manuel López Obrador!
En ése, que definió a Sheinbaum como ganadora, Monreal fue mandado al cuarto lugar, abajo de todo el mundo. Bueno, hasta de Batres y de Delgado para mayor humillación. Y si se hubieran inscrito más, seguramente habría acabado todavía peor.
Parecía que no sólo querían impedir que el zacatecano tuviera chance de quedarse con la Joya de la Corona, sino borrarlo del panorama político; quien así lo haya planeado, estuvo a nada de concretarlo.
El de Zacatecas andaba como la muñeca fea, escondido por los rincones, pero Enrique Peña Nieto tenía planes para él. Por medio de Osorio Chong le pidió a Mancera la candidatura de la alianza en la ciudad para Monreal, lo cual encendió las alarmas en Morena.
En un inicio Mancera se negó a acatar la sugerencia presidencial, lo que fue aprovechado por Andrés Manuel para volver a platicar con el zacatecano y hacer las paces: ahí se acordó que le darían el Senado de la República.
Ante ello, Mancera quiso ofrecerle de último momento la candidatura a la Jefatura de Gobierno, pero Ricardo ya no aceptó, pues tenía un acuerdo con el tabasqueño.
Ironías de la vida, pues al año siguiente Monreal era líder del Senado y jefe de Batres, además de estar muy por encima del propio Mancera y de Osorio Chong, ambos bastante disminuidos, por no decir desaparecidos.
La historia parece repetirse, pues luego de un buen inicio en esta administración, donde llegaron a hacer un gran equipo, Monreal y López Obrador se distanciaron, al punto del enfriamiento, hasta que hace poco platicaron de nuevo.
Seguro hubo una nueva oferta, que no pasará por la encuesta presidencial que, ya se sabe, será completamente amañada. A Monreal se le ha visto muy contento y, al parecer, es el único que tiene claro a dónde quiere ir.
Dice que Marcelo Ebrard, con el que desde hace mucho trae acuerdo, es el único que lo apoya, pero también se ha hecho muégano con Adán Augusto López, el secretario de Gobernación, con el que ha visto a varios gobernadores para gestionar apoyos rumbo a la encuesta.
Y, para amarrar el asunto, logró un pacto de no agresión con Sheinbaum, quien incluso ordenó a sus huestes no molestar para nada al de Zacatecas.
O sea, Ricardo parece estar bien por todos lados y no le preocupa ya que lo califiquen como tapete de Palacio Nacional; él ya arregló lo suyo y lo demás es lo de menos.
POR ADRIÁN RUEDA