Estamos a una semana del cierre de campañas de las gubernaturas del Estado de México y de Coahuila, mismas que se definirán el domingo 4 de junio. Las encuestas públicas que se han difundido durante este mes favorecen a Delfina Gómez, la candidata de la coalición morenista, frente a Alejandra del Moral, la candidata de la coalición PRI-PAN-PRD-NA. Por otro lado, en Coahuila, el candidato de la coalición PRI-PAN-PRD, Manolo Jiménez, parece tener una clara ventaja sobre el candidato morenista, Armando Guadiana. Esto no quiere decir que el resultado definitivo no pueda cambiar de aquí al día de la jornada, más bien quiere decir que los candidatos que van en segundo lugar tienen muy poco tiempo para remontar preferencias.
En el ámbito local, lo que está en juego es que, por primera vez, haya alternancia en las dos únicas entidades del país donde el PRI nunca ha perdido la gubernatura. En el ámbito nacional, el resultado será relevante por lo poco o mucho que pueda reflejar sobre el proceso electoral de 2024 que está por iniciar en unos meses. Las elecciones locales de estas dos entidades no necesariamente son útiles para pronosticar resultados futuros. A nivel nacional, el partido en el gobierno ha perdido el poder tres veces ya. A nivel subnacional, la mayoría de las entidades han tenido más de una alternancia en el partido en el poder.
Sin embargo, la historia electoral reciente de ambas entidades bien sí nos permite identificar algunos factores clave para el futuro. Veamos por qué. En las elecciones del Estado de México de 2017, Alfredo del Mazo ganó la gobernatura con 34.7% de votos frente a 31.8% de Delfina Gómez, un margen de victoria de apenas 2.9 por ciento. La participación electoral fue de 53.5%, 7.8 puntos más alta que la observada en 2011. El tercer lugar lo consiguió Juan Manuel Zepeda, del PRD, con 18.4% de votos. Josefina Vázquez Mota quedó en un lejano cuarto lugar. Este año, Zepeda decidió no contender bajo las siglas de Movimiento Ciudadano, su nuevo partido.
¿El resultado de 2017 fue sintomático de lo que ocurriría en 2018 en el país o la entidad? En realidad, no. Un año más tarde, en las elecciones federales de 2018, Andrés Manuel López Obrador arrasó en el Estado de México con 54.4% de votos frente a 19.2% de Ricardo Anaya y 19.2% de José Antonio Meade. Ni siquiera sumando los votos del segundo y tercero lugares podrían haber derrotado al morenista. A diferencia de otros años, el resultado del Estado de México en 2018 fue relativamente similar al resultado nacional ese mismo año.
Sin embargo, las elecciones para diputaciones federales de 2018 fueron más reñidas que la presidencial: la coalición morenista tuvo 48% de votos, mientras que la coalición PRI-PVEM-NA consiguió 26.4% y la del PAN-PRD-MC, 22.5 por ciento. La participación electoral fue de 67%, superior a la tasa de participación nacional de 63.4 por ciento.
Tres años más tarde, en 2021, la coalición Va por México consiguió 43.4% de los votos en el Estado de México, mientras que Morena tuvo 42.68 por ciento. Por su parte, Movimiento Ciudadano obtuvo 4.9% de votos. ¿Cómo se tradujo esto en curules? Si en 2018 Morena había ganado en 37 de los 41 distritos federales del Estado de México, en 2021 —cuando por primera vez PRI, PAN y PRD unieron fuerzas en una gran cantidad de distritos—, la coalición opositora ganó en 17 distritos, mientras que la coalición morenista mantuvo 24. En 2021, la participación electoral en el Estado de México fue de 54.3%, ligeramente mayor al 52.6 nacional.
Por su parte, la elección por la gubernatura de Coahuila de 2017 fue más reñida que la del Estado de México ese mismo año: el candidato del PRI derrotó al del PAN por tan sólo 2.5% de votos. En 2018, Morena ganó el voto presidencial y legislativo, aunque sólo con mayoría relativa. En 2020, el PRI ganó carro completo el Congreso local. Hoy, PRI y PAN van en coalición frente a Morena en ambas entidades. ¿El 2023 pronosticará el 2024?
POR JAVIER APARICIO