César Augusto Verástegui se alejó de la escena política de Tamaulipas unas cuantas semanas después de terminar las campañas políticas y la elección del nuevo gobernador.
Desde el inicio de su precampaña, y posteriormente en las campañas políticas, trató de lograr la conciliación entre las corrientes del panismo, que Cabeza de Vaca nunca intentó, debido a su polarizadora manera de gobernar y a la concentración del poder acumulado durante todo el sexenio.
La “sharia” aplicada en todo el territorio tamaulipeco ordenaba obedecer al pie de la letra lo que dictaba su voluntad, o aplicaba todo el poder del estado a quien se opusiera o ejerciera el derecho al pataleo.
La forma de hacer política de Verástegui fue distinta. Aunque temido por su mano dura en el desempeño de sus funciones como Secretario de Gobierno, su juego a doble mano le permitía, en ocasiones, ser salvador o verdugo. “Cuenta con eso” era la respuesta que daba a quien le solicitaba de manera mesurada un favor, de lo contrario, su mano izquierda era dura y no daba su brazo a torcer.
Sucedió con un sinfín de políticos tamaulipecos, primero con los entonces priistas Óscar Almaraz y Juan Diego Guajardo, con la mayoría de la disidencia geñista y con los operadores del jurásico priista que se replegaron por temor a Cabeza de Vaca pero también al “Truco”.
Aliado con experimentados operadores políticos como el extinto Pedro Silva, desde su escritorio en la Secretaría de Gobierno se ajustaba todo el andamiaje del gobierno cabecista.
Figuras como la de Víctor Sáenz o Gerardo Peña no pudieron hacerle sombra, pese a su relación directa con Cabeza de Vaca. Solo los hermanos Ismael y José Manuel se atravesaban en su operación política, como lo hicieron con todo el equipo de “Vientos de Cambio”.
En su precampaña y casi en toda su campaña política, Verástegui se armó de operadores políticos priistas a los que primero intimidó, pero después sumó a su causa y armó una estructura que en su momento dio la batalla al morenismo tamaulipeco que había transitado por una elección interna tensa y complicada que vulneró la unidad interna, hasta que finalmente se decidió la candidatura.
Mientras tanto, Verástegui trató de tocar puerta por puerta, cada casa u oficina de los enemigos de Cabeza de Vaca, para pedirles que se sumaran a su causa.
El tiempo pasó, pero la fuerza del presidente Andrés Manuel López Obrador y el rápido crecimiento de la figura del ahora gobernador Américo Villarreal desesperaron a Cabeza de Vaca. Dos fallidos debates, en los que el “Truco” demostró poca pericia para argumentar sus propuestas, acabaron por enfurecer al entonces gobernador.
Todas las alianzas, todos los acuerdos y toda la operación terminaron en el cubo de basura ante la desesperación de Francisco Javier y la ambición de Ismael por manejar el jugoso presupuesto de la campaña.
El “Truco”, en la última etapa del proceso electoral, brilló por su ausencia, y el cabecismo emprendió una cacería de morenistas que terminó por sepultar la esperanza de consolidar una candidatura que en el inicio parecía ambiciosa y de rápido crecimiento.
El “Truco” perdió la elección, Cabeza de Vaca intentó hacer abortar en los tribunales los resultados electorales y fracasó. El PAN y la alianza se desmoronaron y la 4T, pese a todas las adversidades, llegó al poder y tomó el control de la vida pública estatal.
El PAN agoniza por el divisionismo que se ha dado entre sus grupos y por la falta de pericia de su dirigente, Luis René “Cachorro” Cantú.
Aunque la candidatura al senado pareciera ser la joya de la corona, no hay un grupo panista que intente entrarle al quite para imponer un candidato.
A los cabecistas los números no les cuadran. En el sur, se concentran en mantener el dominio en lo local. Y es en este momento en el que operadores de lo poco que queda del PRI empujan a “El Truco” para contender por el senado.
Su estrategia, ganen o pierdan, es capitalizar en el proceso electoral al morenismo disidente, producto de las pugnas que se dan entre sus tribus por el control de las parcelas de poder.
Una tarea complicada para Verástegui, aunque cuenta con el respaldo de ciertos grupos políticos y económicos que juegan fuera de las élites que dominan la vida pública estatal.
Como sucede en todo el panismo tamaulipeco, la repetición de la estrategia fallida utilizada en elección pasada dependerá de qué tanto quiera imponer el cabecismo su voluntad absoluta.
POR ALFONSO GARCÍA RODRÍGUEZ
@pedroalfonso88