El atentado contra el secretario de gobierno Héctor Villegas “Calabazo” pone de nuevo a Tamaulipas en un estado de alerta que amerita encender las luces rojas para evitar que sucesos así se vuelvan a repetir.
El ataque al político riobravense expone la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los funcionarios de primer nivel. Héctor Villegas ocupa el segundo lugar en el organigrama estatal.
En teoría, por el alcance de sus responsabilidades, podría decirse que se encuentra en un rango muy similar al que tienen figuras como la presidenta del Congreso Úrsula Salzazar Mojica y el Presidente del Poder Judicial de Tamaulipas David Cerda.
Entonces es natural que se prendan las alarmas cuando un personaje de este nivel es alcanzado por expresiones de violencia como la que tuvo lugar la madrugada del lunes en la carretera San Fernando-Reynosa. El nivel de vulnerabilidad para el ciudadano común y corriente es aún mayor.
No hay registros en la historia reciente de un ataque como el sucedido contra Villegas, por lo menos desde 2012 cuando un coche-bomba explotó en el domicilio del secretario de seguridad pública Rafael Lomelí Martínez en Victoria, a unas cuantas cuadras de la casa del ex secretario de gobierno egidista Morelos Jaime Canseco.
El ataque a Villegas contribuye a alimentar la preocupación de que en las carreteras tamaulipecas vuelva a irrumpir la delincuencia, y lo deseable es que la autoridad actúe con energía para impedir cualquier intento de revivir los robos violentos, secuestros y asesinatos.
Pero cualquier posibilidad de regresar a los años difíciles no tendría razón de ser porque las circunstancias de Tamaulipas son distintas a las padecidas en la segunda década del siglo XXI.
Ahora se dispone de una infraestructura de seguridad que antes no existía, con una gran capacidad de respuesta, con un potente sistema de vigilancia que incluye cámaras de seguridad y micrófonos sembrados en cada rincón del estado.
También en los complejos de seguridad se concentra un aparato de vigilancia cuya operación ha sido reestructurada y y que ahora es más eficiente, una vez que se eliminaron los abusos que se cometieron durante el sexenio pasado cuando se utilizó inclusive para asuntos de espionaje..
Hay además una corporación policiaca equipada, con buenos sueldos y transporte para las labores de vigilancia que son indispensables para enfrentar a los delincuentes.
Habría que contabilizar también los contingentes de soldados, marinos y guardias nacionales, desplegados a lo largo y ancho del territorio tamaulipeco.
El estado dista mucho de ser el que padeció la inseguridad con corporaciones policiacas casi inexistentes o infiltradas por la delincuencia como ocurrió la década pasada.
Por eso aunque resulta preocupante que 13 años después sucedan atentados como el de ayer contra el Secretario de Gobierno, habría que esperar una reacción enérgica de la autoridad para hacer valer la fuerza del estado contra los grupos fácticos que se empeñan en generar intranquilidad.
Si la delincuencia puede atacar con facilidad a un funcionario de su nivel habría que revisar el desempeño de las fuerzas de seguridad y hacer valer las tareas que se planifican durante las reuniones que cada mañana revisan los hechos de violencia que se generan en los 43 municipios.
El estado en todos sus niveles debe responder a lo ocurrido con una mayor coordinación intergubernamental y hacer valer el uso de todos los recursos para conservar la paz en el estado.
El gran reto es impedir el retroceso a la etapa de terror que afectó a cientos de familias tamaulipecas, borró del mapa a miles de personas y dañó al estado a tal grado que muchas de sus regiones aún no logran superar o erradicar por completo el yugo de los criminales.
Cambios en la UAT
El rector de la UAT, Guillermo Mendoza, dio posesión a Marco Antonio Batarse como Secretario Administrativo.
Batarse se desempeñaba hasta ayer como Director de Comunicación Institucional.
Seguramente habrá más reacomodos.
POR ALFONSO GARCÍA RODRÍGUEZ
@pedroalfonso88




