Entre los mexicanos existe la costumbre de hurgar entre lo que se encuentra a la mano para salir de un compromiso. No importa de dónde vino ni por qué, se trata de salir del paso. Se resume muchas veces diciendo, es lo que hay. Y así, cada seis años sale de Palacio alguien de quien no se guarda grato de recuerdo, porque, al final, prueba carecer de lo que presumía. Mientras están en el cargo nadie osa decirles que la valoración de los resultados no queda a discreción del auditado, sino de quienes supuestamente recibirían los provechos de lo prometido. El juicio llega hasta el séptimo año.
El desencanto de lo que se pensó sería y haría el electo hace crisis al inicio del sexto año, cuando ya todo es de retirada, a partir de entonces, los candidatos acaparan toda la atención; el de la silla sólo habla de lo que a su fantasioso juicio pasó, y ya no de lo que pasará. Es por ello que el saliente, sin darse cuenta, se va quedando solo. Es cuando comienza a armar eventos de relleno que sólo abonan en el terreno del ego.
• A López le fallaron muchos de sus cercanos, y en todos los niveles. Segalmex será una más de las manchas que la historia registrará, porque, por arte de magia, durante la campaña presidencial, comenzarán a brotar del suelo pifias y pillerías que estaban bajo el tapete. La mañanera entonces se volverá efímera y hasta fútil.
La natural disminución de porristas en el salón de la Tesorería será notada pronto, y será revertida con más invitados que hagan parecer que ahí se sigue marcando la agenda. En realidad, los agentes del cambio; de la generación de empleos y riqueza, y los portadores de nuevos proyectos, ya estarán formados para hablar con el candidato de su preferencia. Ante la falta de atención, el cacique encontrará en macanear al prójimo la razón de su existencia, ya que nada puede hacer para evitar que la implementación de las obras y servicios relevantes sean parte de la estafeta que escapa de sus manos.
Su alteza morenísima adquirirá la apariencia de un recuerdo, y su liderazgo se limitará a los cada vez menos noticiosos eventos que le inventen los de casa. No faltará el relegado por los candidatos a la Presidencia que se aferre al de Macuspana, endulzándole el oído a cambio de prebendas y privilegios que todavía puedan salir de la mano del otrora factótum. Éste formará una camarilla que diseñará un maquiavélico plan, para el hipotético caso de que algo le suceda al guardián del proyecto, o bien, para el evento de que éste se salga del huacal y haya que descarrilar la legalidad de la contienda electoral.
Es un país inseguro, en el que el imperio de la ley fue aniquilado, y a la fuerza se capturan territorios, posiciones y jurisdicción; pensar mal es obligado. Se percibe un entorno de selva en el que nada está escrito. Los intereses apuntan hoy hacia un lado, pero mañana, quizás, al contrario.
Los buscadores de plurinominales debieran ser condenados a ganar un distrito o entidad federativa en las urnas, si realmente tienen poder de convocatoria ningún trabajo les costará, pero si no, tendrán que trabajar, para ganarse el sustento. Claro, si no se hicieron de una discreta fortuna mientras decían que servían a los demás.
Hoy, todo indica que los viejos partidos no buscan un perfil en los linderos de su cantera política, han preferido a alguien que hable como López; diga que ha andado la brecha como él; repita que es del pueblo y para el pueblo, y se ajuare al más puro estilo de la 4T.
A la población no se le venderá un proyecto, ni tampoco habilidades de gestión, se busca a quien más se parezca a López. La guerra de los peluches parlanchines se avecina.
POR GABRIEL REYES ORONA




