De la noche a la mañana, el país quedó atrapado en una ruda disputa entre héroes y villanos, ángeles y demonios, chairos y fachos, el eterno conflicto entre quienes se asumen buenos y los que representan a la maldad, según el origen del discurso.
En ese camino sinuoso, de pocas ideas y desplantes de soberbia que a veces encubren negligencia o deshonestidad, transita Tamaulipas rumbo a una elección donde se juega más que un simple escaño en el senado, o una diputación.
El estado quedó entrampado en la elección del 2022. Meses antes se montó un blindaje legal para mantener el control de las fiscalías y del Poder Judicial, y se colocaron candados para cerrar el paso a cualquier reforma constitucional, al agregarse al requisito de la mayoría calificada, el voto de los 43 ayuntamientos.
Actualmente, tras la hemorragia que sufrió Morena cuando el gobierno cabecista compró a dos legisladores morenistas, el triunfo se convirtió en empate y se generó un trabuco legislativo que hace imposible o por lo menos complicada cualquier reforma de largo alcance.
Actualmente Morena tiene 16 de los 36 diputados, el PAN acapara 14 curules, El PRI tiene dos, Movimiento Ciudadano solo uno y tres se han declarado independientes o sin partido.
Con esos pertrechos poco puede hacer Morena. Aún cuando pudiera sumarse a los independientes y a Gustavo Cardenas, tendría 20 votos, y necesitaría por lo menos otros cuatro más para alcanzar la mayoría calificada que se necesita para reformas mayores, sobre todo para revertir el enredo legal que generaron los perversos asesores del exgobernador.
Aún así, con la mayoría calificada, un cambio en la Carta Magna implicaría obtener el voto de la mayoría de los 43 alcaldes.
No es tan fácil recuperar los espacios secuestrados por el panismo, tarea que se complica por la escasa materia gris de los diputados patrocinados por figurones de Morena, entre ellos alcaldes que acapararon cotos de poder para chantajear o venderlos al mejor postor.
En la elección del 2021, la intromisión de Mario Delgado, -acostumbrado a intercambiar candidaturas por maletines de dinero-, y las trampas construidas por el cabecismo, construyeron un entramado político que le heredaron al gobierno electo en el 2022.
Entender la pantanosa situación que se vive ahora obliga a especular un poco.
En el supuesto de que hubiese ganado Cesar Verastegui, de acuerdo a la lógica de Cabeza de Vaca, estaría hoy irremediablemente subordinado a los designios de su jefe, y en caso de rebelarse, tendría que desbaratar el plan del exgobernador en medio de turbulencias.
Truco sabía bien lo que le esperaba de haber llegado a la gubernatura, lo supo siempre, y más cuando días antes de la elección le amargaron el fin de fiesta los ataques de ira del gobernador, que finalmente empinaron la elección.
Cuando preguntaron al oriundo de Xico de su compromiso con Cabeza, sin reservas confesó que le debía lealtad, pero aunque sobra especular ahora, lo más seguro es que habría terminado rebelándose si nos atenemos a que el ejercicio del poder no se comparte.
En un escenario que ya nunca se dará para Verastegui, seguro que la ruptura le hubiera costado serios dolores de cabeza.
La llegada de Americo Villarreal Anaya, que es cosa real y no especulativa, fue harto complicada, y el proceso de transición de gobierno fue una farsa porque el gabinete saliente quemó o desapareció archivos, se acabó el presupuesto y escondió la información estratégica que debería haber entregado.
A estas alturas de la vida de Tamaulipas, el fracaso de Morena en el Congreso y las maniobras a cielo abierto del cabecismo, más la incompetencia o mala fe de algunas figuras del morenismo, han postergado la estabilización completa de la vida institucional.
Tal vez lo más conveniente ahora sea construir una plataforma de negociadores que permita pavimentar el camino hacia el 2024, una operación tersa que utilice los instrumentos del poder para aterrizar acuerdos.
Lo demás tendrá que lograrse con el rigor del cirujano que utiliza el bisturí con mano firme, precisión y exactitud, para extirpar los tumores malignos que aquejan al paciente, de tal suerte que se evite llegar a la metástasis. Ganar el Congreso el próximo año es la clave,
Como dirían los expertos en cabildeo, se necesita la cabeza fría y el corazón caliente, los sentidos avispados y acomodar las prioridades de gobierno a los tiempos de polarización política.
POR ALFONSO GARCÍA RODRÍGUEZ
@pedroalfonso88