Los politólogos y comentaristas de la oposición desbocaron los caballos de su imaginación en dos vías en los días recientes, para ensombrecer los caminos de la popularidad creciente que recorre Xóchitl Gálvez.
En la vía que se puede denominar del desafuero, Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda aseveran que está echada a andar la maquinaria oficial para desaforar e iniciarle procedimientos judiciales a la candidata empresaria, senadora sin licencia y meterla a la cárcel con todo y huipil para que no sea candidata y conjurar la posibilidad de que pudiera ser Presidente de la República.
Los dos escritores hacen sesudas reflexiones y recuentos de cómo se inician los procedimientos camarales para un desafuero, recuerdan cómo fue el de López Obrador siendo Jefe del Distrito Federal que se llevó a cabo a iniciativa del Presidente Fox, y cómo desembocó en su desafuero y también, hay que decirlo, terminó en la rectificación de esa estrategia fallida iniciada por Vicente Fox. Sin embargo, en este caso el que agita esa bandera, la bandera del desafuero, con la mayor pasión es Gilberto Lozano líder de FRENAA quien presume de haber presentado también una denuncia por diversos delitos contra Xóchitl.
Lozano es aquel protagonista de la “toma” del Zócalo en 2020 para exigir la renuncia del Presidente. Singular protesta escenificada por 600 casitas de campaña que concluyó en el bote de la basura, a donde fueron a dar todas las casitas después que se descubrió que el campamento estaba abandonado, porque varias de ellas se quemaron y se las llevó un ventarrón, y no había nadie que las habitara o que estuviera a su cuidado. Seguramente su demanda contra la senadora tendrá el mismo destino y por las mismas razones. Carecen de sentido.
En la segunda vía que se puede denominar siniestra, Raymundo Rivapalacio y Beatriz Pages insinúan que se está creando un ambiente propicio para cometer un homicidio, magnicidio o asesinato contra la simpática aspirante a coordinadora-precandidata-candidata del PAN y sus aliados. Comparan el ambiente, según su óptica e interpretación del momento, con el ambiente previo que rodeó al asesinato del candidato del PRI Luis Donaldo Colosio en 1994, y responsabilizan de crearlo al Presidente López Obrador, por sus constantes ataques contra la oposición. Dicen que su lenguaje polarizador tendrá las más indeseables consecuencias. “Los climas matan” recuerdan que dijo Miguel Montes al referirse al homicidio de Colosio.
En ambos casos, la vía del desafuero y la vía siniestra, los voceros de la derecha aliancista, esconden hipócritamente el deseo de toda la oposición de que algo detenga el vertiginoso crecimiento de la ingeniera indígena ex vendedora de gelatinas, devenida en galardonada empresaria y política, que si bien daría alguna competitividad a su presencia en el proceso electoral, los dejaría sin la oportunidad de tener como candidato a alguien con mejor formación como político, gobernante y persona de estado.
En todo caso debe quedar claro, ya que el Presidente se ha deslindado de esas barrabasadas, que los que no quieren a Xóchitl son los dirigentes del PAN, PRI y PRD. ¿Alguien los ha oído expresarse con entusiasmo de ella? ¿Los militantes distinguidos de esas organizaciones se han pronunciado a su favor? Nadie lo ha hecho, porque no la quieren y solo aceptan a regañadientes su participación porque no les queda más remedio. Poco a poco la desparpajada tlaxcalteca les va ganando el terreno y también la (no) candidatura, hipócritamente los analistas advierten de todos los peligros que corre ella y nadie más, solo ella.
Todos los señalan, como coro de tragedia griega, esperemos que las cosas no cobren esa dimensión, porque tampoco es para tanto, para eso, en dado caso, estarían las artimañas y malas mañas electorales de los llamados “operadores políticos” de unos y de otros, que en su momento les han dado tanta mala fama nacional a todos.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ




