La debacle está a la vista, el cacique se equivocó. Al menos, en el sector de los hidrocarburos, todo parece indicar que antes de hacer maletas, verá cómo la improductiva empresa deja claro que se trata de una cloaca, en la que se han perdido miles de millones de dólares. El error no sólo fue apostar al petróleo, sino, además, mantener las ineptas y corruptas estructuras que vienen desde hace mucho tiempo atrás. Éstas dieron rápida cuenta de los ambiciosos, pero improvisados, directivos y administradores, a quienes el Presidente designó más como cómplices, que como funcionarios.
Los mexicanos ahora se deben preguntar quién administrará la más cara y esquizofrénica refinería que el mundo haya visto, Dos Bocas, pura lengua Tabasco. No sólo eso, qué empresa podrá sortear los requerimientos ambientales que impondrán, tanto las autoridades federales, como las texanas, a la vetusta instalación recientemente adquirida, que sólo por compromisos políticos sigue operando. El siglo XXI la alcanzó, y sus equipos y procesos ya no son aceptables. Shell, al igual que Iberdrola, supieron leer al de Macuspana, su vanidad es más grande que todo el odio que ha destilado por 30 años.
Al igual que el otro López, el de Santa Anna, es capaz de firmar lo que sea, con tal de que parezca que está adoptando una medida histórica. Los extranjeros ya le tomaron la medida, le pueden pasar cualquier bola rápida, en tanto que parezca que hace lo que Cárdenas hubiera hecho.
Hablar ante una silente cámara, abusando de un sumiso micrófono, sin réplica alguna, le ha hecho pensar que de golpe adquirió los grandes conocimientos que debe tener un hombre de Estado. Sin embargo, cuando enciendan la luz, verá que sólo ha estado dando tumbos con cargo al erario.
El daño patrimonial que los directivos y administradores de Pemex han causado, supera con creces el que hoy se imputa a Lozoya. Es por eso que tendrán que apostar a doble o nada, que, en este caso, será doble o cárcel. Sí, tendrán que desviar fortunas a la campaña presidencial para que llegue alguien que mire hacia otro lado, y no ponga en escena la misma parodia, pero ahora, con cambio de reparto. Entra más se les hace ver su incompetencia, más se les alebresta la arrogancia, la cual, sin el puesto, dará paso a una indeleble vergüenza.
Es cuestionable que los inversionistas extranjeros, a sabiendas de que la ley de la materia señala que no cuentan con aval gubernamental los financiamientos a Pemex, éstos sigan jalando agua para su molino, adquiriendo emisiones cada vez menos favorables a la entidad burocrática, lo que hacen apostando al irregular respaldo financiero, otorgado desde Palacio Nacional, que ha venido operando la SHCP. Sin embargo, es aún más reprochable que la SEC siga permitiendo el febril saqueo de rendimientos de la petrolera, tolerando lo que bien sabe es un fraude contable.
Quizá los administradores de la petrolera sean vivos, pero claramente ya se pasaron de vivos, lo que ya no a la larga, sino a la corta, tendrán que pagar los mexicanos. El desastre financiero, operativo y laboral es una de las principales amenazas que tiene la estabilidad financiera del país. Los que ahora negocian un convenio reparatorio con Lozoya, en breve tendrían que negociar uno para ellos.
Hay que ser claros, sólo sería coyotaje si la correa de los “negociadores” no llegara a las oficinas de los más encumbrados funcionarios de la burocrática cueva.
La acreditada solvencia que establece la ley que rige a Pemex, pasará de ser una mera fantasía a ser la lápida de la quiebra técnica.
POR GABRIEL REYES ORONA