La quiso, la peleó, tuvo la capacidad de forzar salidas anticipadas del gobierno, se le concedió casi todo lo que pidió y a la hora de la verdad, iniciadas las campañas que no son campañas pero sí definirán al abanderado de Morena, no ha cumplido con las expectativas. Qué fue de Marcelo Ebrard.
Se supone que a estas alturas de la preprecampaña él sería la revelación, el tema de la conversa, admirado retador, fuente de novedades, noticias, debates en la opinión pública y, lo más importante, la gran sombra que hiciera imposible brillar a Claudia Sheinbaum. ¿Dónde está ese Marcelo?
Iba a ser el tema del verano electoral y no, esa es Xóchitl Gálvez, quien con su irrupción no amenaza a la exjefa de Gobierno porque a quien le ha robado el spot mediático es a quien estaba obligado a ser visto, estos días, como un huracán de entusiasmo en contra del establishment morenista. No hay tal.
Fue el primero en renunciar, el que antes que nadie se puso la camiseta proselitista; se dijo listo para el combate, feliz porque –prometió– todo iba a estar bien, sereno al llegarle la hora que siempre deseó, animado sin las amarras del puesto: el descampado sería su terreno, aquí te espero Claudia.
Mucho round de sombra, mucha declaración antes de subirse al ring. Pésenme y verán que gano libra por libra a los de casa y a los de fuera. Y, avezado, innovador incluso, comenzó por la periferia: imposible ir a un combate frontal, suicida medirse en el acarreo, así que gestó sorpresas.
Marcelo restaurantero, Marcelo con su maestra, Marcelo en la cocina, Marcelo en la lancha, Marcelo ¡sonriente!, Marcelo familiar, Marcelo vocho todoterreno, Marcelo humano… No estaba mal, no estuvo mal, pero ¿y luego?
¿Marcelo con Pío el hermano sobre? ¿Y ofrecerle chamba al hijo presidencial? ¿Eran promesas de continuidad o sutiles recordatorios de sé lo que hicieron el verano del 18? Marcelo el “disruptivo” reviviendo el tema de los dineros del hermano justo rumbo a 2024. ¿De verdad? Juay de rito.
Oigan, viene acercándose mucho Marcelo, dijo nadie nunca estas semanas en el cuartel de Sheinbaum al mirar el retrovisor.
Marcelo baila solo. No está mal que baile. Ni que sea mal bailarín. Un buen candidato está hecho de eso, de subirse a la tarima, de entrarle a los tamales, de abrazar al don, a la doña, de encontrar hermoso al bebé mocoso. El problema es que hay poco más que sus memes de no rompas más…
Y hablando de memes, Ebrard ya mostró una carta “fuerte” y le salió tirititito. Su Plan ANGEL careció de ídem. Olvidó la premisa que tantos candidatos a lo largo y ancho del país saben de memoria: ni Calderón ganó prometiendo seguridad. ¿Violencia? Cuál violencia, dicen en Palacio y repiten en su prensa.
Agosto no es buen momento para una remontada. La primera parte del mes casi todo mundo anda de vacaciones (y los que no, frustrados por lo mismo); las otras semanas, casi todo mundo pensando en el regreso a clases. ¿Guarda Marcelo algo en la chistera para hacer que la gente por fin hable de él?
La campaña de Claudia aburre, cierto, pero se trata de ganar la candidatura, y en las encuestas ella sigue arriba. Tenaz, disciplinada, sin levantar pasiones, pero en la punta. La campaña de Marcelo, en cambio, ha estado un pelín más animada, pero nada para llamar a casa.
Bien dicen que cuidado con lo que deseas, porque se te puede cumplir. Quería una interna, y en ella está varado. Ahí está Marcelo.
POR SALVADOR CAMARENA