“Un pobre siempre está disgustándose por todo con todos
la certeza de que está de sobra en todas partes
nunca le abandona”
-Gloria Gómez Guzmán-
El surgimiento y desarrollo de la especie humana hace 200 mil años permite referir su multiplicación y migración por todo el planeta, así como los lugares y tiempos aproximados en los que nuestros más lejanos ancestros se establecieron y sentaron las bases para la permanencia de los seres humanos en la tierra. El hombre inventó herramientas que le permitieron sobrevivir y que le sirvieron para transformarse y transformar su entorno. Aprendió a cazar y recolectar los frutos de la tierra, después a sembrarlos, y a cosechar y a domesticar y criar animales. Fundó pequeñas comunidades, poblados, villas y ciudades. Creó formas de organización y de gobierno, sistemas de leyes y reglas para la convivencia, pero el crecimiento dinámico de la especie ha hecho cada vez más complejos los problemas a resolver.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, en el año 1800 la población total del mundo era de aproximadamente mil millones de habitantes, y de 1,260 millones de seres humanos en el nacimiento de la Revolución Industrial hacia la segunda mitad del Siglo 19. En el año 2000 el número de pobladores del mundo había aumentado 6 veces. En solo 200 años la cifra de personas que cruzaron el umbral del Siglo XXI fue de 6 mil millones, en el 2011 de 7 mil y en el 2023 el número total de seres humanos que habitan actualmente la tierra es de 8 mil millones. Es decir, se requirieron 200 mil años para que el mundo estuviera habitado por casi mil millones de personas en el año 1800 y en tan solo 223 años más, la población del mundo aumentó a 8 mil millones en el año 2023.
Aunado a este asombroso crecimiento de la humanidad y de su increíble capacidad de adaptación y de transformación de su entorno, también ha estado presente y de manera constante y creciente la desigualdad y la pobreza. No todas las regiones y las poblaciones que las integran se desarrollaron de la misma manera y en el mismo tiempo. En todas las formas de organización inventadas por la especie humana y en todas las épocas ha sido una preocupación de los gobernantes resolver el reto de la desigualdad y la pobreza. Con cruentas guerras de por medio, desde hace miles de años, se han definido y establecido territorios en todo el mundo y diversas formas de autoridad que los reclaman como propios. Reinos, sultanatos, califatos, oligarquías, y repúblicas, subsisten hasta nuestros días como formas de organización y de gobierno.
En todos los tiempos se han escuchado las voces adoloridas de los que tienen muy poco o no tienen nada clamando por la misericordia, compasión, empatía, y la piedad de los poderosos para mejorar sus vidas llenas de miseria y desesperanza. También la miseria y la opresión han sido una importante motivación de la lucha por la libertad, la igualdad y la justicia social. Desde la rebelión de los esclavos encabezados por Espartaco hace más de dos mil años, hasta las 100 guerras habidas en el siglo 20, la mayor parte están conectadas a la lucha por la libertad y mejores condiciones de vida para los desposeídos.
En el siglo XX el mundo se dividió en dos grandes polos a partir de la concepción de dos grandes formas de estructurar y conducir la vida de las sociedades. En el final del Siglo XVIII se fundaron los Estados Unidos de America como una democracia que se habría de convertir en el prototipo que inspiró los movimientos de liberación y la fundación de nuevas repúblicas. En los albores del siglo XX, la revolución rusa dio lugar al nacimiento de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas y a una concepción antagónica de la democracia liberal norteamericana de cómo conducir el destino de la humanidad. Dividida la comunidad internacional en dos grandes bloques integrados por la mayoría de las naciones después de la Segunda Guerra Mundial, la confrontación entre esas dos formas de vida se dio a través de la guerra fría. Conflictos diplomáticos, guerra comercial, carrera armamentista, y guerras locales y regionales fueron los signos de esos tiempos.
El agotamiento de ese esquema se empezó a hacer visible con el colapso de la URSS y su disolución en 1989, y la desaparición del llamado bloque socialista integrado por la mayoría de los países de Europa del Este, Yugoslavia que desapareció, Checoslovaquia que se dividió, Alemania que se unificó, Hungría, Polonia, Rumania, Bulgaria, Estonia, Letonia y Lituania que se liberaron. La segunda parte del final de esa forma de dirigir al mundo se inició hace algunos años con el fracaso del neoliberalismo por la vía democratica, en que las sociedades europeas y americanas han elegido cualquier forma de gobierno que represente un rechazo a los gobiernos que han permitido la acumulación extrema de la riqueza en unas cuantas manos y el empobrecimiento de cientos de millones de seres humanos.
El capitalismo extremo y el socialismo institucionalizado han tenido su oportunidad histórica y fracasaron. Ha llegado la época de redefinir el futuro de la especie. Quizá este sea el momento de voltear a ver el laboratorio escandinavo para entender como han hecho posible que sus pueblos tengan los más altos grados de escolaridad y de atención de la salud. De acuerdo con la información de la ONU, Noruega, Finlandia, Suecia, Islandia, Holanda, Dinamarca y Bélgica se cuentan entre los países con los índices más altos de felicidad y del desarrollo humano. Quizá este sea el momento de que partidos políticos, grupos y organizaciones sociales de todo el mundo se abran al reconocimiento de experiencias que pueden significar el encuentro de un nuevo camino.
La aparición de la Inteligencia Artificial pone a los seres humanos ante la presencia de una nueva amenaza que sustituirá el trabajo de las personas por el de las máquinas. Los seres humanos hemos llegado hasta aquí mediante el método de prueba y error. Hace 123 años los hombres no volaban y ahora hay estaciones espaciales habitadas por humanos. Hace 100 años una pandemia mató a 50 millones y tardó una década en desaparecer, ahora fue superada en dos años con la décima parte de vidas perdidas. Hoy los grandes retos siguen siendo la desigualdad y la pobreza, cómo resolverlos y al mismo tiempo enfrentar viejas y nuevas amenazas. Esta es la hora de probar nueva formas para hacerlo. Esta debe ser la hora de la generosidad y la buena voluntad. La hora de la solidaridad humana. Ha llegado la hora de abrir la puerta del futuro para todos.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ