14 diciembre, 2025

14 diciembre, 2025

¿Qué hacemos con el agua?

CATALEJOS / MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES

Habría que vivir en otra dimensión para no darse cuenta de que la escasez de agua es un problema que llegó para quedarse, que cada vez será más grave, y que será causante con más frecuencia de crisis sociales y políticas.
El conflicto en el Río Guayalejo que EXPRESO ha consignado desde hace años es un claro ejemplo de ello.
El afluente, disminuido por la histórica falta de lluvias, es objeto de disputa en la región Huasteca de Tamaulipas, donde pequeños productores suelen sufrir por los abusos de los agricultores masivos.
Ayer mismo, personal de la Comisión Nacional del Agua tuvo que intervenir para derruir un bordo que había construido un particular para desviar el agua hacia sus hortalizas.
A eso se suma el conflicto ya antiguo con los limoneros de la región, a quienes también se acusa de utilizar más agua de la que les corresponde.
Como ese foco rojo, hay muchos más en Tamaulipas.
En el sur el sistema lagunario sigue siendo el único cuerpo de agua del estado que goza de niveles aceptables, pero el riesgo de salinización aún está latente con las consecuencias que ya vivieron los habitantes de la zona conurbada hace un par de años.
También está la guerra por el agua que ahora se declaró desde Chihuahua, donde amenazan con no permitir el trasvase hacia la frontera de Tamaulipas.
Pero quizás la ciudad con la problemática más grave por el desabasto sea Ciudad Victoria, donde sus habitantes ya se acostumbraron a los tandeos cada vez más agresivos, aceptados por una premisa obvia evidente que deja poco espacio para los reclamos: no hay agua suficiente para alimentar a toda la ciudad de manera constante.
Hace muchos años que en la capital el desabasto del agua se convirtió en un asunto político, de mucho peso en las últimas elecciones.
En diferentes etapas, los ciudadanos han castigado a sus autoridades por no haber gestionado de manera correcta la problemática.
Ejemplos sobran, como la construcción de un acuaférico que nunca ha funcionado a toda su capacidad porque éste no debió materializarse hasta que la ciudad no contara con más agua.
O la sectorización de la red de agua en buena parte de la ciudad que también requirió una inversión millonaria y cuyos resultados todavía no se observan.
De cara a un nuevo proceso electoral, hay una diferencia importante con respecto a gestiones anteriores.
Además de los esfuerzos por llevar agua a las zonas más recónditas de la ciudad, todo hace indicar que las autoridades involucradas en el tema, ahora sí han puesto manos a la orden para que se materialice la construcción de una segunda línea del acueducto desde la presa Vicente Guerrero.
Especialistas coinciden en que esa es la única solución viable y sostenible en el tiempo para que traer más agua a Victoria.
No será un proceso sencillo, ni rápido, pues una obra de esa magnitud requiere años de trabajo.
Pero si se cumple el presagio del alcalde Eduardo Gattás, y se aprueba el inicio de la construcción para el 2024, se habrá dado un gran paso para resolver una crisis histórica.

POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES

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